El tan esperado y dilatado Acuerdo de París, el instrumento para combatir el cambio climático a nivel global, entró en vigor.
Para su efectividad era necesaria la ratificación del mismo por parte de al menos 55 países representantes del 55 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.
Esa meta se alcanzó el pasado 5 de octubre, cuando la Unión Europea, que representa el 12% de las emisiones, hizo entrega de los documentos de ratificación del Acuerdo en la sede de la ONU. Hasta ese momento, los 61 países que ya lo habían ratificado sumaban sólo el 47,7 % de las emanaciones globales, lo que impedía poner en marcha el instrumento legal.
A fin del año pasado, este acuerdo fue adoptado en la capital francesa por los 195 países signatarios de la Convención Marco de la ONU sobre cambio climático y la Unión Europea, en el transcurso de la 21 Conferencia de las Partes.
La importancia que reviste es que está destinado a sustituir en 2020 al Protocolo de Kioto y tiene como objetivo ‘mantener la temperatura media mundial por debajo de dos grados centígrados respecto a los niveles preindustriales’.
No obstante, el texto recoge que los países se comprometen a llevar a cabo todos los esfuerzos necesarios para que no se rebasen los 1,5 grados y evitar así los impactos más catastróficos del cambio climático.