Es más rentable proteger y conservar la naturaleza que explotarla

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Un equipo de investigación dirigido por la Universidad de Cambridge y la Royal Society for the Protection of Birds (RSPB), en Reino Unido, analizó docenas de espacios, desde Kenia hasta Fiji y desde China hasta el Reino Unido, en seis continentes. Un estudio previo de gran avance en 2002 solo tenía información para cinco sitios.

Los hallazgos, publicados en la revista ‘Nature Sustainability’, se producen pocas semanas después de que un informe histórico del profesor de Cambridge Partha Dasgupta pidiera que el valor de la biodiversidad se coloque en el corazón de la economía mundial. Para el último estudio, los científicos calcularon el valor monetario de los “servicios ecosistémicos” de cada sitio, como el almacenamiento de carbono y la protección contra inundaciones, así como los posibles dividendos de convertirlo para la producción de bienes como cultivos y madera.

El equipo inicialmente se concentró en 24 espacios y comparó sus estados “centrados en la naturaleza” y “alternativos” calculando el valor neto anual de una variedad de bienes y servicios para cada sitio en cada estado, luego proyectó los datos durante los próximos 50 años. Un beneficio económico importante de los hábitats naturales proviene de su regulación de los gases de efecto invernadero que impulsan el cambio climático, incluido el secuestro de carbono.

Suponiendo que cada tonelada de carbono tiene un costo de 31 dólares (unos 20 euros) para la sociedad global, una suma que muchos científicos ahora consideran conservadora, entonces más del 70% de los sitios tienen un mayor valor monetario como hábitats naturales, incluido el 100% de los sitios forestales.

Si al carbono se le asigna el miserable costo de 5 dólares la tonelada, el 60% de los espacios aún brindan un mayor beneficio económico cuando no se convierten o se restauran a hábitats naturales. Incluso si el carbono se elimina por completo de los cálculos, los investigadores encontraron que casi la mitad (42%) de los 24 espacios todavía valen más para nosotros en su forma natural.

“Detener la pérdida de biodiversidad es un objetivo vital en sí mismo, pero la naturaleza también sustenta fundamentalmente el bienestar humano –explica el autor principal, el doctor Richard Bradbury de la RSPB, y miembro honorario de la Universidad de Cambridge–. Necesitamos divulgación financiera relacionada con la naturaleza e incentivos para la gestión de la tierra centrada en la naturaleza, ya sea a través de impuestos y regulaciones o subsidios para los servicios del ecosistema”.

Andrew Balmford, profesor de Ciencias de la Conservación en la Universidad de Cambridge y autor principal de la investigación, señala que “las tasas actuales de conversión del hábitat están impulsando una crisis de extinción de especies diferente a cualquier cosa en la historia de la humanidad”.

“Incluso si solo está interesado en dólares y centavos, podemos ver que conservar y restaurar la naturaleza es ahora muy a menudo la mejor apuesta para la prosperidad humana –prosigue–. Los hallazgos se hacen eco a escala operativa de las conclusiones generales extraídas por Dasgupta Review”.

Hace una década, los científicos diseñaron TESSA (un kit de herramientas para la evaluación basada en el sitio de servicios del ecosistema), que permite a los usuarios medir y, cuando sea posible, asignar un valor monetario a los servicios proporcionados por un espacio bajo la naturaleza: agua limpia, recreación basada en la naturaleza, polinización de cultivos, y así sucesivamente, y cuando se convierta para la agricultura u otros usos humanos.

El nuevo estudio sintetiza los resultados de 62 aplicaciones de TESSA en todo el mundo: 24 espacios con datos económicos relativamente detallados y otros 38 con datos suficientes para evaluar si los servicios aumentarían o disminuirían después de la conversión del espacio.

La mayoría de los espacios eran bosques o humedales. Para los hábitats naturales, los investigadores observaron lugares cercanos similares donde se había producido la conversión y compararon los resultados económicos, incluidos los que impulsan la conversión, en ambas áreas. En espacios ya “modificados” por humanos, los resultados existentes se compararon con el valor si el sitio fuera restaurado a la naturaleza.

Por ejemplo, los científicos que utilizaron TESSA descubrieron que si el Parque Nacional Shivapuri-Nagarjun de Nepal perdiera su protección y se convirtiera de bosque en tierra de cultivo, reduciría el almacenamiento de carbono en un 60% y reduciría la calidad del agua en un 88%, junto con otros costos, dejando 11 dólares de déficit de un año. TESSA también reveló que Hesketh Out Marsh, una marisma salada cerca de Preston, en Reino Unido, tiene un valor de más de 2.000 dólares (1.290 euros) por hectárea al año solo en mitigación de emisiones, lo que supera cualquier ingreso no percibido por cultivos o pastoreo.

De hecho, los hábitats conservados o restaurados se asociaron fuertemente con un mayor “valor actual neto” general en el 75% de los 24 espacios principales en comparación con su estado alternativo dominado por humanos. Los investigadores también dividieron los bienes y servicios en los que son un recurso común y los bienes “privados y de pago” que benefician sólo a unas pocas personas. El valor de los bienes comunes fue mayor para los hábitats naturales en el 92% de los 24 espacios.

Los hábitats incluso proporcionaron mayores beneficios económicos en términos de algunos bienes privados, por ejemplo, plantas silvestres cosechadas, en el 42% de los sitios principales. “La gente explota principalmente la naturaleza para obtener beneficios económicos. Sin embargo, en casi la mitad de los casos que estudiamos, la explotación inducida por el hombre restó en lugar de aumentar el valor económico”, resalta el coautor del estudio, el doctor Kelvin Peh, de la Universidad de Southampton.

Donde las ganancias económicas de los bienes privados fueron mayores en el estado alternativo modificado por humanos, fue de los “cultivos básicos” de alto precio, como los cereales y el azúcar. Sin embargo, en muchos sitios que actualmente sufren la degradación causada por el cultivo de caucho, té y cacao, el valor financiero general sería mayor si se hubieran mantenido como hábitats naturales. Para los 38 espacios restantes con datos limitados, la provisión general de todos los bienes y servicios fue mayor cuando los espacios estaban en estado natural para el 66% de ellos, y al menos igual al estado alternativo en el resto.

Es probable que los resultados de los espacios mejor estudiados sean conservadores, dicen los científicos. Muchos servicios de los ecosistemas no se evaluaron fácilmente desde el punto de vista económico, pero los datos de los 62 espacios muestran que, por lo general, los hábitats naturales los proporcionaron a un nivel mucho más alto. Tener en cuenta su valor “haría que el argumento económico a favor de la conservación fuera abrumador”.

La coautora del estudio, Anne-Sophie Pellier de BirdLife International, agrega que los resultados “se suman a la evidencia de que conservar y restaurar áreas clave de biodiversidad tiene sentido no solo para salvaguardar nuestro patrimonio natural, sino también para brindar beneficios económicos más amplios a la sociedad”.

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