A dos semanas de la apertura de sobres en la licitación para el control de la Hidrovía Paraná- Paraguay, las miradas están centradas en las controversias alrededor del proceso y las empresas.
Sin embargo, es clave destacar las implicancias para el ambiente que tiene el dragado de esta vía navegable. Es que, además de los conflictos por la concesión, se habilita a aumentar la profundidad del canal.
Hidrovía Paraná-Paraguay: por qué es tan importante
Esta vía navegable es de vital importancia para la Argentina y todo el continente. Esto en términos económicos, dado que por allí transita el 80% de las exportaciones nacionales, y también sociales, culturales y ambientales
Además de las acusaciones y cruces entre empresas y el Gobierno Nacional (al que acusaron de armar la licitación “a medida” para la compañía belga Jan de Nul), hay un punto clave en materia ambiental.
Tras una modificación en los pliegos, se habilita a aumentar la profundidad
del canal de navegación y llevarlo de 34 (10,36 m) a 44 pies (13,41 m). El objetivo es que puedan transitar barcos de mayor tamaño.
Qué puede ocurrir si se aumenta la profundidad
Frente a esto, el geólogo y experto en hidrografía, Ramón Vargas, quien trabajó en la Unesco y la Administración Provincial del Agua (APA), explicó posibles consecuencias a Diario Chaco.
Aseguró que “no hay un buen estudio” sobre “cuánto sale en total estar dragando permanentemente” y si es más conveniente “estar pagando el dragado de esos 1200 km por 30 años” o “cambiar los barcos que transitan sin tocar el río”.
Por eso, un derrocamiento podría “producir el aceleramiento de los caudales del río Paraguay y confluir con el Paraná en un momento que esté creciendo“.
Esto generaría problemas, ya que, las defensas “están calculadas para un tipo de funcionamiento de los dos ríos y de las crecientes de ambos ríos”.
“Si se produce esta alteración, tendrían que decirnos cuánto se modifica porque 20 centímetros más la creciente máxima nos puede superar las líneas de defensa”, indicó Vargas. “Esa fue la posición que fijó la provincia del Chaco”, agregó.
En cuanto a la fauna del río, explicó que el dragado “produce disturbios locales en el área de trabajo, principalmente aumento de la turbidez en una
pluma estrecha de hasta 2 km aguas abajo de la draga“.
El ruido de los motores, además, siempre es un disturbio para los peces.
Vargas remarcó también que “la turbidez crea problemas en todos los procesos reproductivos biológicos” y aunque “depende de los ciclos”, podría afectar la reproducción de los peces.
“Yo propongo primero que me convenzan de que es mucho mejor”, expresó. “Hay muchos intereses, en este caso tener una guardia permanente sobre el río que la ejerzan A, B o C, geopolíticamente genera una cantidad de conflicto. Y lo que nosotros menos necesitamos es conflicto”, cerró.
Los estudios realizados
Sin embargo, Juan José Neiff, magíster en Ecología Acuática continental, profesor de la UNNE e investigador del Conicet, marcó otra visión.
Asegura que existen amplios estudios, desde 1995 hasta el 2024, que demuestran que las obras para el mejoramiento de la navegación
en ríos como el Paraná, han tenido bajos niveles de impactos ambientales.
Estos determinan “la factibilidad ambiental y económica de las obras en el
tramo argentino y hasta el Pantanal (alto Paraguay) donde existen
restricciones por ser una reserva de la biósfera, un sistema de fragilidad
ambiental”, señaló al mismo medio.
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