Uno de los mayores desastres ecológicos de España se ensaña desde hace más una década con la laguna de agua salada más grande de Europa y uno de los ecosistemas más singulares de esa geografía, el Mar Menor.
Ubicado en la costa de la Región de Murcia, este tesoro natural sufre un grave proceso de degradación a causa de la presión de la actividad urbanística y agraria. Lejos de solucionarse, esta crisis ecológica y social ha puesto sobre la mesa el fracaso de su sistema de protección.
En el año 2016, el 85% de la vegetación marina que habitaba la laguna desapareció y los problemas de eutrofización – es decir, un exceso de nutrientes más allá de la capacidad de autorregulación de un ecosistema– ha llevado a la acumulación de más de 300.000 toneladas de nitratos en el acuífero del campo de Cartagena. Son las cifras que presenta Rocío García Martínez a través de la plataforma que pretende convertir el Mar Menor en el primer espacio natural con personalidad jurídica del continente.
El objetivo marcado pretende conseguir medio millón de firmas antes de octubre para que salga adelante esta Iniciativa Legislativa Popular, actualmente presentada al Congreso de los Diputados y la Junta Electoral Central, para tratar de proteger este ecosistema.
En esta línea y desde el 2019, el Informe de Evolución y Estado del Mar Menor del Instituto Español de Oceanografía (IEO) contribuye a aportar la base científica necesaria para que los órganos de decisión enfoquen sus políticas y prioricen sus actuaciones para detener, y en la medida de lo posible revertir, la degradación en la que se ha sumido la albufera.
Más de tres toneladas de animales muertos
Aquel año, la trágica estampa que dejaron los miles de seres vivos que se amontonaban a orillas del Mar Menor, tratando de no asfixiar sus últimas bocanadas, es imposible de borrar de la memoria. La laguna salada más grande de Europa se ha vuelto tan tóxica que los animales buscan salir de ella para morir finalmente en la frontera entre este singular hábitat acuático y la falta de oxígeno del agua.
Sucedía el 14 de octubre de 2019, triste testigo de la muerte de más tres toneladas de animales en uno de los escenarios más inconcebibles que ha vivido esta laguna a lo largo de su historia. Los lugareños se llevaban las manos a la cabeza: “Me entran ganas de llorar al ver nuestro Mar Menor, que rebosaba vida y color, repleto de miles de animales muertos”, decía con la voz quebrada un hombre en uno de los videos que tiñeron las redes sociales.
Muchos medios pusieron el foco de los orígenes del desastre en la gota fría que asoló estas tierras durante el mes de septiembre y que en octubre volvió a reavivarse. Sin embargo, las fuertes lluvias tan solo colmaron el saturado vaso del verdadero germen: la dejadez política ante tres décadas de construcción masiva, vertidos contaminantes y una ley que quedó en papel mojado.
Una de las mayores tragedias ecológicas de España
Lejos de ser la causa, las lluvias torrenciales sí fueron el desencadenante del colapso, pero “la verdad cae por su propio peso”, afirma a National Geographic España David Verdiell Cubedo, biólogo y asesor científico técnico en proyectos de conservación de la naturaleza. “Hemos llegado a esta situación porque la comunidad científica lleva décadas advirtiendo sobre este problema y las administraciones responsables, todas, no han hecho nada”.
El fotoperiodista submarino Javier Murcia ha dedicado muchos años de su carrera a documentar la decadencia de este ecosistema, que ahora muestra en la exposición Una mirada al Mar Menor. Ante esta tragedia acude día a día a la laguna para observar su evolución.
“Durante la primera eutrofización que hubo en el 2015, 2016, yo lo empecé a notar en el agua”, afirma. “Documento todo porque es algo sobre lo que hay que concienciar, desde la sopa verde hasta la contaminación por plásticos, pasando por los caballitos de mar enredados en los copos de pesca”.
La laguna del Mar Menor es un ecosistema natural de una riqueza endémica única, alrededor de la cual se desarrollan diversas actividades económicas, principal motivo de la complejidad de este problema.
Hace más de cuarenta años, los científicos ya advertían del gran impacto que tendría el turismo y la edificación masiva sobre la laguna, a la que llegaban numerosos vertidos urbanos. La alerta máxima ha venido sin embargo de la mano de la agroindustria, principal responsable de que el impacto en la última década haya sido devastador.
Miles de hectáreas de cultivos intensivos que económicamente rinden hasta cinco veces más que en cualquier otro punto de la geografía española, debido a la climatología de este ecosistema, acordonan año a año la laguna.
Bajo los intereses económicos del lobby de la agroindustria
La agricultura que se nutre de este ecosistema “ha incrementado muchísimo la superficie regable”, explica Verdiell. “Se han modificado cauces, se han roturado campos y los han dejado hechos un solar, a menudo de forma ilegal poniendo pozos y desaladoras que vertían directamente a la laguna. También se ha incrementado el uso de abonos químicos, sobre todo de la familia del nitrógeno, que es lo que ha producido la eutrofización. Ha sido todo un despropósito”.
Artículos científicos publicados entonces ya avisaban de lo que podía suceder. El Mar Menor, que es “un ecosistema único a nivel europeo con aguas cristalinas, se iba a convertir en otro tipo de ecosistema, como la Albufera de Valencia, con aguas turbias y otro tipo de flora y comunidades faunísticas”, afirma el experto. “Lamentablemente ha sido así, como ya comenzaron a alertar entonces compañeros míos”.
Como ocurre en gran parte del planeta, el pulso entre la sostenibilidad y los intereses económicos dibuja una compleja situación que a menudo no tiene vuelta atrás. “Ya se sabe que, aquí en Murcia, la industria agroalimentaria del Campo de Cartagena es un lobby, y presiona al gobierno regional para que le dejen hacer incluso a nivel estatal”, denuncia Verdiell. “Es muy difícil cambiar esas dinámicas, sobre todo a corto o medio plazo, si no hay una presión social muy fuerte”.
Por si fuera poco, además de la sobreexplotación, la contaminación plástica y las especies invasoras, también el enorme acuífero que se encuentra en este territorio, Campo de Cartagena, rebosa agua cargada de nitratos y sales que fluye hacia el Mar Menor. Durante años seguirá contaminando por su nivel de saturación, no solo por lo que ha llovido durante el mes de septiembre, sino por las décadas de riego intensivo que han tenido lugar a raíz del trasvase Tajo-Segura.
“La famosa rambla de El Albujón, que era una rambla que llevaba agua solo cuando llovía, ahora lleva agua cargada de nitratos todo el año”, denuncia Verdiell. “La propia Confederación Hidrográfica del Segura, que es la que debería haber controlado el tema de los vertidos y la explotación del acuífero, a la vista está que no ha hecho su función”.
¿Estamos a tiempo de recuperar el ecosistema del Mar Menor?
A día de hoy, esta es una difícil pregunta sin respuesta. Con contaminantes tóxicos prácticamente a lo largo del 100% del fondo de la laguna y la fuerte eutrofización de sus aguas, las poblaciones de especies que han sobrevivido “lo van a pasar muy mal los próximos meses”, afirma el biólogo.
El desarrollo de la laguna ante una tragedia ecológica tal no puede preverse, pero los expertos ya observan situaciones dramáticas y comportamientos inusuales entre los seres vivos que buscan sobrevivir a esta brutal contaminación a la que ahora se suma la falta de alimento y fenómenos de competencia muy fuertes entre especies.
Los peces que han podido huir de la mortandad ahora están vagando por la laguna con comportamientos extraños fruto de la alta competencia y la necesidad de sobrevivir, como peces alimentándose de caballitos de mar que no pueden comerse por su dureza, o bien alimentándose directamente de los animales muertos.
“No sabemos cómo va a salir adelante la laguna”, afirma Verdiell. “Habrá un cuello de botella muy grande para que las poblaciones puedan recuperarse a partir de muy pocos individuos, y hablamos de especies que están en peligro de extinción como la anguila”. A pesar de que esta especie podría colonizar de nuevo la laguna desde el Mediterráneo, “podríamos estar hablando de que la población de la laguna, que es una de las más importantes de Europa, prácticamente haya fallecido”.
¿Será efectivo el plan vertido cero?
Mientras el Comité Científico del Mar Menor vive una oleada de dimisiones y desencuentros, las escasas soluciones, además de muy costosas, no están exentas de controversia. El plan que se elaboró el pasado septiembre, el “análisis de soluciones para el objetivo de vertido cero al Mar Menor proveniente del Campo de Cartagena”, Declaración de Impacto Ambiental (DIA), el llamado plan de vertido cero, contempla actuaciones por valor de más de 600 millones de euros que tan solo solucionarán de forma parcial el problema.
Diversas organizaciones ecologistas, que llevan años denunciando la contaminación del Mar Menor, denunciaban el pasado lunes que las medidas no solo no serán efectivas, sino que trasladarán más de 2.000 toneladas de nitratos al año al Mediterráneo. “Cuando dejas que la pelota se vaya haciendo así de grande, llega un momento que no la puedes parar”, denuncia el biólogo.
Con gran parte de su fauna muerta y el resto de su ecosistema pendiendo de un hilo hacia su colapso, el Mar Menor se ha convertido en el trágico retrato del desastre ecológico que provoca el impacto descontrolado de la actividad humana.