Un trabajo liderado por la Universidad Complutense de Madrid (UCM), en colaboración con la Universidad de Cornell y la Universidad de Hawaii, ha demostrado que el ruido del tráfico marítimo y de las actividades de investigación en el fondo marítimo alteran el canto de las ballenas y las desplazan del Mediterráneo.
El rorcual común (Balaenoptera physalus), también llamado ballena de aleta, es el único misticeto que habita el Mar Mediterráneo. Esta especie se encuentra amenazada en peligro de extinción, siendo la principal causa de mortandad las colisiones con buques mercantes y ferries. Su estatus en el Mediterráneo es desconocido por falta de estudios sobre el tema, aunque estudios genéticos proponen que los rorcuales que habitan en este mar presentan un elevado grado de aislamiento respecto al resto de poblaciones en el Atlántico norte.
Sin embargo, recientemente, ha sido descrita la presencia de rorcuales cruzando el Estrecho de Gibraltar, accediendo al Atlántico, cuestionando la dinámica de la población de rorcuales mediterráneos.
Ante esta situación, los expertos iniciaron una investigación con el fin de identificar el posible impacto del ruido generado por el tráfico marítimo comercial y prospecciones geofísicas en el comportamiento acústico y movimiento geográfico de rorcuales comunes en varias regiones del Mediterráneo y del Atlántico norte.
Este estudio determinó que la introducción de ruido en el medio marino por actividades humanas, en particular el tráfico marítimo y las exploraciones geofísicas (incluida la exploración de hidrocarburos), reducen drásticamente la eficacia de un canto característico que emiten los rorcuales en baja frecuencia.
Concretamente, esta contaminación ‘obliga’ a los rorcuales a modificar las características de sus canciones para intentar reducir el impacto del ruido en su propagación. Asimismo, el estudio documenta un desplazamiento masivo de rorcuales desencadenado por el ruido de una prospección geofísica a 285 kilómetros de distancia del área de estudio. Según han explicado los científicos, el canto de esta especie se puede escuchar a una distancia de cientos de kilómetros.
‘Los cambios de comportamiento acústico y los desplazamientos recurrentes pueden aumentar el gasto energético y reducir el éxito de reproducción de las ballenas afectadas por el ruido. Como consecuencia a largo plazo, pueden producirse efectos crónicos en la supervivencia de esta especie en peligro de extinción’, ha explicado el coautor del estudio Manuel Castellote a la publicación de la UCM ‘red.escubre’.
El experto ha añadido que de este trabajo también se concluye que el ruido en el medio marino, a pesar de ser reconocido como un importante contaminante, se encuentra lejos de estar controlado y regulado en aguas de la Zona Económica Exclusiva de España.