La vida marina y los océanos enfrentan una de las amenazas más peligrosas para su supervivencia, la contaminación auditiva.
Océano Antropoceno, no es ningún nuevo océano descubierto, ni tampoco es uno antiguo que no reconoces, es el término dado a la vida oceánica que gira en torno al hombre. Como casi todo en este planeta, el hombre ha conquistado los espacios más remotos acuáticos, incluso cuando es imposible que viva debajo del agua. El hombre saca provecho de absolutamente todo.
Desde la Revolución Industrial, los seres humanos han aturdido a este planeta con sus ruidosas actividades. Pese a que el ambiente marino no es precisamente un ecosistema al que el hombre pueda pertenecer, no ha sido un impedimento para aprovecharse de él. El hombre tiene una actividad predominante en cada rincón de la Tierra.
Contaminación auditiva amenaza la vida en los océanos
La contaminación auditiva está afectando seriamente a los océanos y la vida marina. El ser humano bombea ruido a cada instante en el océano, que viaja a distancias enormes por las propiedades de propagación del sonido del agua. Ruidos de barcos de pesca, transporte, dispositivos de sonar, perforaciones petroleras, construcción, elementos de disuasión acústicos, minería en los fondos marinos y la cereza del pastel, pruebas militares y la guerra. Tan sólo el sistema de sonar de la Marina de los Estados Unidos para detectar submarinos, alcanza cerca de 4 millones de kilómetros a la redonda.
El ruido excesivo afecta a las especies marinas de distintas formas. Dificulta su capacidad para detectar presas y depredadores, también es un impedimento para comunicarse entre miembros de la misma especie.
El atún azul, por ejemplo, depende del sonido para comunicarse entre sí. Una reciente investigación ha demostrado que el ruido de los barcos interfiere con la estructura de los cardúmenes. Esto dificulta en gran medida que se mantengan unidos para migrar a zonas de desove y alimentación.
Revirtiendo el daño
La misma investigación antes citada, realizada por el Departamento de Biología de la Universidad Halifax en Canadá, propone una serie de estrategias para revertir los daños por la contaminación auditiva en los océanos. Algunas de ellas son rentables, mientras que otras requerirían un cambio empezando por las políticas que rigen las actividades antropogénicas oceánicas.
“La evidencia de daño a las especies marinas] debería impulsar acciones de gestión para implementar soluciones existentes para reducir los niveles de ruido en el océano, permitiendo así que los animales marinos restablezcan su uso del sonido del océano como un rasgo ecológico central en un océano saludable”, explican los autores.
La solución más evidente radica en impulsar políticas internacionales que se centren en la regulación de la contaminación acústica del océano. Actualmente no existe ninguna ley que estipule restricciones de ruido para las actividades oceánicas. Aunque, la solución más pronta y eficaz, sería ajustar y disminuir los límites de velocidad de los barcos. Así se estaría reduciendo la contaminación auditiva en gran medida, a la par de minimizar las emisiones de carbono.