Con el calentamiento del planeta las tormentas de verano pueden volverse más frecuentes e intensas, lo que enviaría más vapor de agua, un potente gas de efecto invernadero, a la estratosfera, la capa intermedia de la atmósfera de la Tierra situada entre 14 y 35 kilómetros por encima de su superficie.
James Anderson, químico de la Universidad de Harvard, y su equipo han descubierto a partir de una serie de vuelos sobre Estados Unidos que las tormentas de verano suelen soltar vapor de agua en la estratosfera.
Según el equipo, el vapor de agua puede provocar reacciones químicas que dañan la capa de ozono, que evita que los rayos ultravioletas alcancen la superficie de la Tierra.
Incluso los daños más pequeños en la capa de ozono pueden hacer que seamos más susceptibles al cáncer de piel y lesiones oculares.