México reemplazará 16 millones de toneladas de maíz transgénico por maíz nativo

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El Gobierno de México avanzó con una decisión emblemática para la región al ordenar la eliminación gradual del agroquímico más utilizado en el actual modelo de producción y prohibir el maíz transgénico, poniendo la soberanía alimentaria y la salud como prioridad.

La organización explica que, desde 2013, la demanda de acción colectiva contra la siembra de maíces transgénicos ha presentado evidencias suficientes y razonables sobre los riesgos de la pérdida de la diversidad de maíces nativos presentes en distintas geografías del país, y de los daños irreversibles que conlleva la siembra de estos maíces en el medio ambiente, en particular por el uso de agroquímicos tóxicos, como el glifosato.

Debemos resaltar que México es considerado el centro de origen, de domesticación y de diversificación de 59 razas de maíz y de otros cultivos, entre ellos, el chile, el frijol, la calabaza, la vainilla, el algodón, el aguacate, cacao y el amaranto.

El presidente de México, Juan Manuel López Obrador, escuchó el largo reclamo de las organizaciones campesinas y ambientales nucleadas en la Campaña “Sin Maíz No Hay País” y puso como fecha límite el último día de su mandato presidencial para cumplir con la prohibición del maíz genéticamente modificado. Mientras tanto, hasta esa misma fecha los organismos estatales comenzarán a aplicar medidas de sustitución gradual en el uso, adquisición, distribución, promoción e importación del glifosato y de los agroquímicos que lo contengan.

La emblemática decisión de López Obrador reconoce que “en los últimos años, distintas investigaciones científicas han alertado que el glifosato tiene efectos nocivos en la salud, tanto de los seres humanos como en algunos animales.

Según el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) mexicano, en el organismo el glifosato “se absorbe fácilmente por vía oral, tracto digestivo y en baja medida por vía cutánea”. Hace cinco años, la Organización Mundial de la Salud puso al glisofato en su lista de “probables cancerígenos”, algo que una revisión posterior consideró “poco probable”.

Es preciso mencionar que en la agricultura, el verdadero progreso son las técnicas agrícolas sostenibles, la agricultura ecológica, la protección de la agrobiodiversidad, conservación a la fertilidad del suelo, el desarrollo de modelos locales, basados en las variedades tradicionales y los agroecosistemas.

México usa su propio maíz blanco para producir tortillas, pieza fundamental de la dieta del país, pero depende de las importaciones de maíz amarillo de EEUU para la alimentación de ganado, el cual en su mayoría es transgénico. En el decreto no queda claro si las normas afectarán al ganado o solo se aplicarán al maíz para el consumo humano.

Por su parte, la Campaña Sin Maíz no hay País agradeció a todas las organizaciones campesinas y ambientales, consumidores, académicos, investigadores, artistas e intelectuales que apoyaron “la lucha por hacer realidad el decreto” que prohíbe el glifosato y el maíz transgénico y lo calificaron como “un paso más a la verdadera soberanía alimentaria en México”. “Este decreto contribuye a la protección del maíz nativo, de las comunidades indígenas y campesinas, así como a nuestra riqueza biocultural y nuestro patrimonio gastronómico”, celebraron.

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