La producción de aceite de palma en Nigeria es un negocio que solo trae destrucción y violencia al país. La actividad de empresas como OOPC genera deforestación, destruye los medios de vida de las poblaciones originarias y viola sus derechos humanos.
El 20 de mayo de 2020, la comunidad Ijaw-Gbene, al sur de Nigeria, se quemó completamente. Testigos oculares acusan a las fuerzas de seguridad de la empresa Okomu Oil Palm Plantation Plc (OOPC) de tener responsabilidad en el incendio, junto con miembros del ejército. Tres comunidades habrían ardido anteriormente en circunstancias similares.
Agricultores y pescadores de la región perdieron sus hogares y pertenencias tras un incidente. Los 80 habitantes de la aldea tuvieron que buscar refugio en comunidades e iglesias vecinas y estuvieron expuestos a un riesgo elevado de infectarse por coronavirus.
La OOPC forma parte del Grupo Socfin, controlado por los empresarios Vincent Bolloré, de Francia y Hubert Fabri, de Bélgica, que maneja plantaciones de aceite de palma y caucho en diez países de África y Asia. La población denuncia el uso de violencia, en diferentes países en los que trabaja Socfin, como Camerún, Liberia, Sierra Leona, Costa de Marfil o Camboya, donde se han creado mala fama.
En el reino de Okomu en Nigeria, la plantación de 33.000 has de Socfin se extiende sobre tierras ancestrales de comunidades locales. Por su parte, afirman que nunca consintieron en regalar sus tierras ancestrales. Las plantaciones también se extienden hacia reservas forestales que forman el hábitat de especies en peligro de extinción como chimpancés, elefantes del bosque y monos de vientre rojo.
En una carta conjunta del 4 de septiembre 2020, comunidades afectadas se dirigieron al presidente Muhammadu Buhari para pedirle que intervenga contra OOPC. El conflicto con la empresa no es ninguna excepción – es sintomática de lo que sucede con el negocio global de la palma aceitera.