Lo que Keith propone es instalar de manera forzada partículas reflectivas en la atmósfera superior de la Tierra, denominada estratosfera. La investigación realizada por el científico y el informe respectivo fueron publicados por las revistas Nature Climate Change Journal y en Environmental Research Letters.
En este documento dice: “Una aproximación es dispersar partículas reflectivas a gran altitud para reducir el flujo solar efectivo que entra a la atmósfera”. Un fenómeno natural ocurrido en 1991 y revisado por el científico fue el que le sugirió la idea, cuando el Monte Pinatubo de Filipinas hizo erupción y como consecuencia de este fenómeno se congeló una gran parte de la superficie terrestre.
En aquella oportunidad, más o menos unos 15 millones de toneladas de dióxido de sulfuro rosa se dispersaron en la estratosfera, creando una “capa brumosa” de partículas de aerosol, como en su oportunidad explicó la NASA.
Una gran cantidad de esas partículas reflectivas cubrió la superficie de la Tierra, que dio como resultado un efecto congelante por un largo periodo de casi dos años. Documentando esa experiencia, el científico climático hace la propuesta de repetir estas condiciones para salvar el océano Ártico.
De lograrse implementar esta idea, se podría reducir la penetración del sol aproximadamente en un 0,5%, de acuerdo a cálculos preliminares.
El estudio indica que llevar a la práctica este proyecto tendría un costo de unos 8,000 millones de dólares. Se puede decir que el planteamiento es revolucionario, pero el científico aclara que las soluciones más inmediatas contra el calentamiento global deben ser, de todas maneras, la reducción de las emisiones de dióxido de carbono y dar incentivos al uso de energías limpias, como la eólica.