Argentina, uno de los mayores exportadores de alimentos del mundo, se convirtió en el primer país en aprobar la comercialización de trigo transgénico, una variedad desarrollada bajo el nombre de HB4 que sus promotores consideran una hazaña científica, pero que enfrenta el rechazo de los mercados, de ambientalistas y de profesionales de la salud.
Desarrollado por el gigante biotecnológico Bioceres, el HB4, resistente a la sequía, es el resultado de un trabajo conjunto entre esa empresa privada e investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (Conicet) y la Universidad Nacional del Litoral, liderado por la científica Raquel Chan.
“Esta tecnología es algo que la ciencia y la biotecnología agropecuaria han tratado de desarrollar durante los últimos 20 años. Para nosotros es un gran honor ser los primeros en llegar al mercado con un desarrollo en este espacio de tanta importancia que tiene que ver con la resiliencia de las plantas ante el fenómeno del cambio climático”, aseguró Federico Trucco, director de Bioceres.
“La tecnología HB4 de tolerancia a la sequía deriva de un gen de girasol, que es una especie bastante plástica que puede sobrellevar con mayor facilidad episodios de estrés hídrico”, explicó Trucco en la sede de su laboratorio a las afueras de la ciudad de Rosario.
Argentina produce desde hace años soja y maíz transgénicos, utilizados principalmente en alimento para animales y también en emulsionantes y edulcorantes de consumo humano, presentes en los alimentos ultraprocesados pero en muy bajas cantidades.
Con el trigo será la primera vez que una semilla genéticamente modificada se use para elaborar en su totalidad un alimento de consumo humano: la harina con la que hace el pan o la pasta.
“Los temas de inocuidad ambiental y hacia la salud humana no están en discusión”, sostuvo Trucco. “En este caso es una tecnología de segunda generación que tiene que ver con la eficiencia en la utilización del agua”, señaló.
Pese a que la autoridad sanitaria de alimentos de Argentina aprobó la comercialización de este cultivo, asociado a la aplicación del herbicida glufosinato de amonio, el inicio efectivo de sus ventas dependerá del aval de Brasil, primer importador de trigo argentino.
“Cuando vemos la opinión del consumidor respecto a la tecnología para la preservación del medio ambiente la posición es muy distinta a la que hay ante los transgénicos de la primera generación”, consideró Trucco.
“Esta tecnología fija más dióxido de carbono y por eso rinde más en sequía. Eso nos permite aumentar la productividad en las hectáreas que ya tenemos y quita presión a los bosques nativos”, justificó el directivo.
Las Bolsas de Comercio y los mercados de valores argentinos criticaron “el riesgo económico extraordinario” que supone el “HB4”.
“El mercado argentino no tiene experiencia en consumir trigo transgénico y el uso comercial nacional del trigo HB4 impactará en los precios y abastecimiento de trigo en el país”, destacaron en un comunicado.
“El daño que se produciría al mercado de trigo argentino sería irreparable e irreversible, toda vez que la contaminación (ndlr: del trigo no transgénico con esta nueva variedad) se propagará y la segmentación resulta inviable.
Se pondría en riesgo los esfuerzos conjuntos (público / privado) realizados para consolidar nuevos mercados y expandir fuertemente las exportaciones”, explicaron.
También la Asociación Brasileña de la Industria del Trigo manifestó su “posición contraria a la utilización de esta fuente alternativa de generación de alimentos”.
En 2019, Argentina fue el noveno productor mundial de trigo, con 19,5 millones de toneladas, y el quinto exportador, con 11,3 millones de toneladas.
El médico Damián Verzeñassi, director del Instituto de Salud Socioambiental de la Universidad Nacional de Rosario, alertó además sobre potenciales efectos sobre la salud de las poblaciones aledañas a los cultivos.
“En Argentina, cada vez que se aprobó un evento transgénico aumentó el uso del herbicida asociado, y eso implicó un aumento en los problemas de salud de las comunidades rurales”, aseveró Verzeñassi, al señalar además que el H4B es resistente a antibióticos basados en la penicilina.
“Si incorporamos un evento transgénico resistente ponemos en riesgo el uso de un antibiótico muy necesario”, puntualizó.
“Evento” refiere a una modificación genética que da origen a un transgénico, una planta que no se origina en la naturaleza sino en este caso generada por el hombre.