La mayor parte de los glaciares mundiales retrocede de forma acelerada desde los años 90 y la única solución pasa por una bajada de las temperaturas y la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, ha explicado el glaciólogo del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE-CSIC), Juan Ignacio López Moreno.
Los glaciares que se mantienen estables o aumentan su tamaño son “casos anecdóticos”, detalla Moreno, que los sitúa exclusivamente en Escandinavia o al sur de Chile “por condiciones muy puntuales, al ser zonas frías y por un incremento de precipitaciones”.
El profesor de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) Raúl Martín Moreno aseguraba en una entrevista que los Alpes han perdido un 17 % de hielo en los últimos 20 años a causa del calentamiento global y la presencia del turismo masivo en zonas “donde hace 50 o 70 años no llegaba”.
Los geólogos Jérôme Chappellaz y Carlota Escutia Dotti planteaban a EFEverde la desaparición de los glaciares en los Alpes y en los Andes como “un proceso irreversible”, fundiéndose muchos de ellos a finales de siglo.
¿Qué ocurre si un glaciar desaparece?
El ambientólogo e investigador del Observatorio Pirenaico de Cambio Climático (OPCC) Juan Terrádez ha explicado que cuando un glaciar desaparece “supone un nuevo nicho ecológico” que abre paso a las “especies colonizadoras”, primero en forma de musgos y posteriormente, poco a poco, a través de plantas.
En Pirineos, las plantas potenciales colonizadoras de estos espacios son el fireweed o la Hutchinsia alpina, por tratarse de especies propias de espacios frescos o muy húmedos, así como la festuca de los glaciares, perteneciente a entornos calcáreos, según ha explicado el director del Conservatorio Botánico Nacional de los Pirineos (Francia), Gérard Largier.
Juan Terrádez ha añadido que en el caso de la desaparición de neveros situados en áreas periglaciares, también consecuencia del cambio climático, desaparece con ellos un tipo de vegetación “que antes permanecía un par de meses al año totalmente recubiertas de nieve”.
El ambientólogo ha puesto como ejemplo a los rododendros, plantas que durante los meses que permanecen sepultadas en la nieve se mantienen a temperaturas estables, lo que “hace que lleguen bien a la primavera para poder germinar las semillas”.
El aumento de temperaturas también provoca “un ascenso generalizado de los pisos bioclimáticos”, según Terrádez, que explica que de esta manera, “las especies más termófilas -aquellas que exigen más calor- van colonizando zonas más altas”, y pone como ejemplo en Pirineos a los bojs o los espinos.
Además, la desaparición de glaciares supone la aparición de nuevos lagos glaciares o ibones; Terrádez ha afirmado que en los últimos diez años han aparecido aproximadamente 12 nuevos ibones, siendo “el caso más significativo” el del ‘Ibón Innominato’, “a los pies de la Maladeta”.