La isla Mauricio es un paraíso sorprendente situado al este de Madagascar, en el océano Índico. La isla ha sido de los árabes, de los europeos (holandeses, franceses y británicos) y, desde 1968, independiente.
Mauricio es una isla volcánica, formada por sucesivas erupciones volcánicas, que empezaron hace unos nueve millones de años. ‘Mauricio es una isla y no hay ninguna roca de más de nueve millones de años de antigüedad. Sin embargo, al estudiar las rocas de la isla, hemos encontrado circones de 3 mil millones de años de antigüedad’, explica Lewis Ashwal, de la Wits University de Johannesburgo, en Sudáfrica.
¿Cómo es posible? En 2013 también se encontraron indicios de este mineral en una playa de Mauricio, pero hubo bastante escepticismo al respecto: los trajo el viento o llegaron a través de los neumáticos de los coches o ¡en los zapatos de los científicos!
Los circones son minerales que aparecen sobre todo en los granitos de los continentes. Contienen pequeñas cantidades de uranio, torio y plomo y, ‘debido al hecho de que sobreviven muy bien los procesos geológicos, contienen un abundante registro de estos procesos geológicos y pueden ser fechados con gran precisión’, explica la Wits University en un comunicado.
‘El hecho de que hayamos hallado circones de esa antigüedad demuestra que hay materiales de corteza bajo Mauricio que pudieron originarse en un continente’, sostiene Ashwal. Y esta es su tesis y la de sus colegas: en Mauricio hay fragmentos rocosos de varios tamaños que sugieren la existencia de un continente desconocido bautizado como Mauritia, que se extiende por el océano Índico y que es una parte sobrante de la rotura de Gondwana, el antiguo supercontinente que se comenzó a dividir hace 200 millones de años, formando África, Sudamérica, la Antártida, la India y Australia.