¿Más sobre wokismo… perdón, el qué?

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Nota de Opinión: Alejandro D. Brown, Fundación ProYungas

Palabras, ¿nuevas palabras o conceptos, que entran en vigor, y así desaparecen… y mientras tanto? Nunca había escuchado hablar sobre wokismo y mucho menos escribir sobre él, pero a los 68 años acá estoy, tratando de sacar ideas en limpio a partir del discurso presidencial en Davos, en el Foro Económico Mundial. Este nuevo concepto, que obviamente no es nuevo, refiere a un movimiento que invita a mantenerse “despierto” frente a las desigualdades sociales, el racismo y la discriminación sexual, y por qué no, frente a la situación (¿crisis?) ambiental.

Sobre wokismo… ¿Ahora?

En este contexto se ha puesto en el tapete el rol de la ideología ambientalista o ecologista, como funcional a la situación global capitalista y en esta visión, contraria a la “salud ambiental” del planeta. Hablar de wokismo en lo ambiental, es poner a las demandas ambientales como un freno al desarrollo económico de nuestros países. Utilizar lo ambiental para frenar, para disuadir, para atemorizar. ¿Qué futuro nos espera? el infierno en la tierra misma.

En cierta medida (y quizás en gran parte) es así, en la Argentina, las últimas leyes ambientales han sido en esencia leyes contra el desarrollo productivo. La ley de Bosques fue una ley contra la expansión de la soja y la ganadería en el Norte Grande del país. La ley de Glaciares en la misma medida, fue contra la minería a cielo abierto y la ley de Humedales (sin tratamiento y sanción aún), un intento contra los emprendimientos inmobiliarios en el Delta del Paraná y en cierta medida contra los avances ganaderos en esta zona.

¿Cuánto se avanzó en conservación de la naturaleza, en este marco legal?

Diría que muy poco. Sirvieron para frenar, para en cierta medida encauzar, pero poco para proteger efectivamente.

El ecologismo, como otras corrientes “progresistas” ha sido muy eficiente en propiciar e imponer una agenda ambiental global e incluso nacional. Sin embargo, no es este el sector que puede traer las soluciones a los problemas ambientales planteados, y ahí se inician las confusiones. Los productores y las instituciones que los contienen, han desarrollado durante estos años una genuina y creciente conciencia ambiental y necesitamos de ellos para revertir los procesos de degradación y pérdida de productividad. A la vez, debemos mejorar las condiciones de protección de la naturaleza y de la biodiversidad en particular.

Por eso es importante no entrar en falsas dicotomías, lo ambiental y lo productivo son dos caras de la misma moneda, la del desarrollo sustentable. La producción necesita de la naturaleza, pero hoy también, la naturaleza necesita de la producción, si queremos conservarla.

Argentina tiene grandes necesidades de crecimiento económico, de reducción significativa de la pobreza y mejorar las condiciones de empleabilidad, sobre todo en el Norte Grande e incrementar el ingreso de divisas. Todo ello lo debemos hacer protegiendo el ambiente, que nos brinda disponibilidad de agua, regulación climática, polinizadores, controladores de plagas y secuestro de carbono, entre tantos bienes y servicios que la naturaleza nos brinda.

No somos una sociedad suicida, aunque a veces nos relajamos demasiado en distintos aspectos y fomentamos demasiado las divisiones internas, muchas veces con discrepancias inventadas. Los desafíos son grandes y debemos enfrentarlos juntos. Sin confrontaciones estériles, con un futuro ambiental que nos demanda buscar y trabajar soluciones razonables hoy y que nos hace recordar el mensaje de la canción “Civilización” de Los Piojos: “Dios perdona, ¡¡la naturaleza nunca!!”.

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