Los seres humanos producen más de 400 millones de toneladas de plástico cada año, y los efectos secundarios negativos son evidentes en forma de islas de plástico en los océanos y desechos plásticos en ríos, bosques y bordes de carreteras. “Incluso se pueden encontrar restos de plástico en los océanos más profundos”, explica Serena Abel, del Instituto de Investigación Senckenberg y del Museo de Historia Natural de Frankfurt, autora del estudio en la Fosa de las Kuriles.
“Por lo tanto, estábamos interesados en descubrir el alcance de la contaminación por microplásticos en los sedimentos de la fosa de las Kuriles, una fosa de aguas profundas en la parte noroeste del Océano Pacífico”. Con este fin, la investigadora asociada se asoció con la directora del departamento de Zoología Marina de Senckenberg, la profesora Angelika Brandt, y colegas del Instituto Alfred Wegener y del Instituto Johann Heinrich von Thünen para analizar ocho muestras de sedimentos de una expedición a aguas profundas el año 2016. Los resultados se publican en Environmental Pollution.
“La proporción de microplásticos en nuestras muestras varió entre 14 y 209 partículas por 1.000 gramos de sedimento seco. La ocurrencia más frecuente de microplásticos se registró en una de las estaciones de muestreo más profundas en la fosa de las Kuriles”, explica Abel. Las ocho muestras procedían de cuatro estaciones a profundidades de 5143, 6065, 7138 y 8255 metros.
“Aparentemente, una cantidad significativamente mayor de microplásticos se acumula en las regiones más profundas. Esto probablemente se deba al hecho de que las partículas pueden ser transportadas fácilmente a estas áreas pero luego son atrapadas allí. Estas fosas actúan como verdaderas trampas de plástico”.
En general, el equipo de investigación identificó 15 tipos diferentes de plásticos en las muestras. Todos los sedimentos contenían polipropileno, un plástico estándar comúnmente utilizado en materiales de embalaje. Además, el 75 por ciento de las muestras contenían polietileno y aproximadamente el 63 por ciento contenía poliéster. “Todas las partículas microplásticas mostraron tamaños por debajo de 375 micrómetros, y la gran mayoría eran menores de 125 micrómetros, es decir, alrededor de un octavo de milímetro”, agrega la investigadora.
Los científicos pudieron descubrir las diminutas partículas de microplástico mediante el método denominado Micro-FTIR, una variante especial de un espectrómetro.
“No sabemos exactamente cuánto plástico hay presente en las profundidades marinas; sin embargo, nuestros resultados muestran que las trincheras en el fondo del océano, en particular, pueden servir como sumideros de plástico. Las estimaciones globales de la incidencia de microplásticos en nuestros océanos indican que debe haber una parte que exista fuera de la columna de agua y no figura en estas estimaciones. La acumulación de microplásticos en estas áreas podría representar esta parte ‘faltante'”, concluye Brandt.
“Los microplásticos en las profundidades marinas también significan que la base de la cadena alimentaria se ve afectada, ya que muchos invertebrados se alimentan de sedimentos, incluidas las partículas microplásticas. Por lo tanto, las generaciones futuras lamentablemente tendrán que lidiar con las consecuencias de la contaminación ambiental actual durante mucho tiempo”.