Para-aminobenzoatos, cinamato, benzofenona, dibenzoilmetano, dióxido de titanio, óxido de cinc, parabenos, sulfato de amonio, pentasodio y así hasta una cincuentena de productos orgánicos y químicos acaban en el mar por culpa de las cremas solares. Un estudio realizado en las playas de Mallorca muestra cómo, por protegernos de los rayos del sol, estamos alterando el ecosistema marino.
Investigadores del CSIC han analizado las aguas de tres playas de Mallorca. Dos de ellas, las de Palmira y Santa Ponça, reciben a miles de bañistas cada años y son un buen ejemplo de cualquier playa turística del Mediterráneo. La tercera, la del cabo de Ses Salines, es más inaccesible se usó como control del experimento.
Las muestras revelan altas concentraciones de cuatro de los principales productos que usan las cremas solares para reflejar o reducir la radiación ultravioleta. Se trata de la benzofenona, 4-metilbenciledina camfor, dos compuestos orgánicos, y los químicos dióxido de titanio y óxido de cinc.
Debido a sus características grasas y difícil solución en el agua, estos componentes se concentran en especial en la capa más superficial del agua, aunque también los han detectado en el lecho marino y adheridos a las partículas flotantes.
Los investigadores han comprobado que el fenómeno no se limita a las playas más concurridas. “Incluso hemos detectado su presencia, aunque a niveles inferiores, en Ses Salines, considerada una zona prístina”, aclara Tovar. Lo que demostraría la persistencia y extensión de la amenaza.
En sus experimentos, tal como publican en PloS One, los científicos han comprobado que los protectores en spray son aún peores que las cremas. No se trata de su composición, sino de que al presentarse en una solución acuosa, se disuelven antes y los microorganismos los pueden asimilar también antes.
Por si fuera poco, las cremas solares también contienen elementos como el silicio, el nitrógeno y el fósforo, todos ellos nutrientes. Aunque, no está claro que sean directamente perjudiciales, al favorecer un mayor crecimiento de las algas, acabarían por alterar el equilibrio del ecosistema.
El problema es que no hay alternativa. “Cada uno de los productos que hemos analizado, y lo hemos hecho con todos los que hay en el mercado, tienen alguno de estos componentes, incluso los que publicitan como ecológicos”, asegura el investigador del CSIC. En el estudio no han mencionado marcas por evitarse problemas.
Todavía queda por analizar el impacto directo de las cremas solares en el resto del ecosistema marino, en las praderas de posidonia y en los peces, pero, los científicos creen que hay que ir pensando en buscar alternativas. Como dice Tovar, “no vamos a dejar de protegernos del Sol, pero ahora es el turno de las farmacéuticas”.