La necropsia del cachalote encontrado muerto el 27 de febrero pasado cerca del faro de Cabo de Palos es un reflejo tan veraz como cruel de las agresiones cotidianas a los océanos: el cetáceo, un macho joven de casi diez metros y más de seis toneladas de peso, tenía en el estómago y el intestino 29 kilos de residuos: bolsas de basura, sacos de rafia, trozos de redes, cabos e incluso un bidón.
Un menú que el soberbio animal no pudo digerir y que presumiblemente le causó la muerte, según los expertos del Centro de Recuperación de Fauna Silvestre El Valle que analizaron sus restos.
En lugar de morir de viejo después de una vida plena comiendo calamares, el cachalote acabó sus días en la costa de la Región de Murcia a causa de una peritonitis o por una ‘impactación del aparato digestivo’ ante la imposibilidad de expulsar la basura marina que alguien arrojó al mar.