Granja londinense usa cabras para reciclar árboles de Navidad y financiarse

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Un rebaño de cabras que vive en una granja urbana de Londres lleva días hincando el diente a cientos de árboles de Navidad usados, donados por los residentes locales como parte de una campaña de reciclaje y recaudación de fondos.

Las ocho cabras no se cansan de los abetos desechados, que la granja Kentish Town City Farm, en el norte de la capital británica, recoge en las casas de la zona a cambio de una donación.

“El proyecto comenzó el año pasado “por accidente, cuando uno de nuestros empleados, que siente verdadera debilidad por las cabras, vio un video de cabras comiendo árboles de Navidad y pensó: ‘Oh, podría probarlo'”, explica Angela Woods, directora de la asociación que gestiona las instalaciones. “Y, efectivamente, se pusieron a engullirlos”, añade.

Las agujas de pino no sólo son un sabroso manjar, sino también un “desparasitador natural”, explica Woods, mientras las cabras, encabezadas por la líder del grupo, Rockie, de cuatro años, sacan la cabeza a través de una valla para mordisquear un abeto ya sin adornos.

En un video publicado en Twitter, las cabras se abalanzan sobre un miembro del personal que lleva un árbol al recinto, derribándola en el barro para mordisquear frenéticamente las hojas puntiagudas.

Las cabras se comen todas las partes del árbol excepto el tronco, dejándolo “como si hubiera estallado una explosión nuclear”, bromea Woods.

Tras ser pionera en el proyecto el año pasado, la granja ha ampliado su capacidad a unos 650 árboles, de los cuales los más tiernos van al estómago de las cabras, y el resto serán triturados para producir virutas con que decorar los caminos de un parque cercano.

Los árboles son recogidos por una empresa local de furgonetas que ofrece vehículos de forma gratuita.

Los vecinos reservan sus horas de recogida por 10 libras (13,50 dólares, 12 euros) y por cinco más pueden recibir una “nota de agradecimiento” de una cabra. La campaña pretende recaudar al menos 8.500 libras.
Por su parte, algunos niños adjuntan a sus árboles una nota para los animales.

Para los habitantes de la ciudad que no tienen jardines ni chimeneas, deshacerse de los árboles de Navidad, que tradicionalmente se retiran el 6 de enero, es un eterno dolor de cabeza.

Este proyecto es una “solución perfecta y es estupendo para las cabras y para la granja”, celebra Woods.

Un flujo constante de visitantes –principalmente mujeres con niños pequeños– atraviesa la puerta principal.

Esta granja urbana –espacios típicamente comunitarios concebidos para dar a los habitantes de las ciudades el sabor del campo– es la más antigua del Reino Unido, y este año cumple 50 años.

La levantaron vecinos del barrio en el emplazamiento de una vieja fábrica abandonada. Hace dos años, tenía problemas financieros, pero fue salvada por las 100.000 libras de un generoso donante anónimo ruso y ahora, subraya Woods, es “financieramente estable”.

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