Los residuos orgánicos sirven para lograr ríos y arroyos menos contaminados

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Investigadores del Conicet de La Plata descubrieron que dos tipos de residuos de origen orgánico como el mosto de la cerveza, subproducto que surge del macerado del cereal con el que se elabora esa bebida, y las hojas derivadas de los procesos de poda, funcionan como posibles agentes depuradores de ríos.

La idea nació años atrás a partir de una colaboración entre el investigador del Conicet, Joaquín Cochero, y un grupo de expertos del Centro de Estudios Avanzados de Blanes, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España, y se materializó en viajes que el científico realizó a ese país en 2016 y 2018.

Los científicos dijeron que tras los primeros resultados comprobaron que “el nivel de reducción de contaminantes que aportan estos insumos naturales alcanza un 40 por ciento en un lapso de 48 a 72 horas”, según las conclusiones publicadas recientemente en la revista Environmental Science & Technology.

“Las propiedades del mosto que se descarta de la producción de cerveza como agente para depurar el agua eran conocidas. Es un residuo rico en azúcares que aquí se utiliza, por ejemplo, para alimentar al ganado porcino. Incorporándolo en el agua fomenta el desarrollo microbiano, es decir las bacterias se alimentan más y trabajan más en la absorción de contaminantes”, explicó Cochero en un comunicado.

Agregó que en este trabajo pudieron dimensionar “en qué proporción lo hace. Pero lo más novedoso de nuestros estudios es que usando hojas de plantas naturales logramos obtener una prestación similar a la del mosto y en un lapso muy corto”.

Los experimentos que realizó el experto junto a sus colegas del CSIC se llevaron a cabo en una planta depuradora de agua de Cataluña, que prestó sus instalaciones para la construcción de los ríos artificiales destinados a probar la técnica de recuperación.

“Para las depuradoras esto es de mucho interés, porque se trata de un método efectivo y económico que llama la atención. Particularmente en lo que refiere a la remoción de nitrógeno, que con los procedimientos actuales requiere el uso de compuestos y tecnologías realmente caras”, apuntó.

Al ser consultado sobre su aplicación, el especialista dijo que “pensar en una implementación aquí requiere cambiar técnicas y costumbres. Por ejemplo, es muy común que los ríos o arroyos se limpien de plantas acuáticas por cuestiones estéticas, y en realidad al sacarlas se extrae un agente natural útil para retener nutrientes o capturar metales. Habría que buscar un equilibrio, que el agua fluya pero que estos residuos permanezcan porque es alto el aporte que hacen para bajar la contaminación”, explicó.

La idea del investigador es, en el corto plazo, comenzar a probar la técnica en nuestra región y ya tiene pensado los espacios que se configuran como “buenos candidatos” para los ensayos: “Arroyos chicos que atraviesen zonas urbanas, como el del Gato, Pérez, Regimiento, o Carnaval, por ejemplo”.

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