¿Qué se puede hacer para acabar con la contaminación del plástico?

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La contaminación por productos plásticos se perfila ya como la crisis medioambiental más inminente y grave junto con la climática y la pérdida de biodiversidad. De hecho, su presencia permanente en la superficie terrestre y en los restos de organismos vivos será uno de los signos indicativos de la entrada de la Tierra en una nueva era geológica marcada por la prominencia humana, el antropoceno, señalan muchos expertos. Otros hablan ya de la plastisfera, los ecosistemas que viven en plásticos. ¿Qué se puede hacer para controlar el problema? aparece cómo la pregunta más urgente a responder, pero no es fácil de contestar.

Los residuos plásticos aumentan exponencialmente pero no se están reciclando en forma y cantidad suficientes (en Europa el 42% ni siquiera llegan a las plantas de reciclado) y muchos terminan en el mar. Son ubicuos en las costas y forman enormes concentraciones superficiales oceánicas cuyas imágenes han servido para despertar la conciencia pública del problema que representan. Los microplásticos en que se descomponen están en el aire y el agua y terminamos ingiriéndolos. Y para 2050 se estima que más de 12.000 millones de toneladas se habrán acumulado en vertederos o dispersado en el medio ambiente.

El tratamiento mecánico de los residuos plásticos, que se vendió como la solución para su reciclado, se ha demostrado un fracaso rotundo en las últimas décadas, señalan dos investigadoras de la Universidad de Oxford en la revista Science. El reciclado químico y el desarrollo de materiales biodegradables o biológicos son ahora objeto de atención para conseguir insertar el plástico en la economía circular, sin dejar de lado la necesidad de utilizar mucho menos estos materiales en sectores como el de los envases y paquetes, señalan Sarah Kakadellis y Gloria Rosetto.

El reciclado químico consiste en romper con reacciones químicas las largas cadenas de polímeros, que son la base de la alta resistencia de los materiales plásticos, en sus componentes (monómeros o oligómeros). Una vía es diseñar los polímeros desde el inicio con puntos de ruptura sin que esto afecte a las propiedades mecánicas del material. Sin embargo, estas mismas investigadoras reconocen que conseguir otras vías de tratamiento de los residuos plásticos es solo una parte del modelo económico lineal y que la respuesta a la pregunta del principio consiste en una mezcla de enfoques coordinados, antes y después del uso por el consumidor de estos materiales.

La humanidad no puede ya vivir sin plástico y ese es un hecho que hay que reconocer. Aunque los plásticos se han convertido en materiales esenciales, presentes en casi todos los aspectos de la vida moderna, muchas de las propiedades inherentes que los hacen útiles en una gran variedad de aplicaciones también los convierten en una grave amenaza para el medio ambiente, y así justifica la revista Science que publique un amplio dossier sobre el tema.

El plástico es una tecnología que apenas tiene un siglo de existencia, pero su uso se ha multiplicado por 20 desde 1964 y “como en tantos otros casos de nuevas tecnologías, su desarrollo y proliferación se produjeron con poca consideración por su impacto, pero ahora es imposible negar su lado oscuro al enfrentarnos a un problema de contaminación por plástico que crece rápidamente”, escribe el director de la revista, Jesse Smith. “El tiempo de prevenir la contaminación por plástico ha pasado, el tiempo de cambiar el futuro de los plásticos en nuestro mundo es ahora”.

Un paso importante puede ser un nuevo tratado internacional que se está gestando en Naciones Unidas, explican un grupo de expertos en sostenibilidad y contaminación, liderados por Neil Simon. El tratado abarcaría todo el ciclo de vida de los plásticos, desde su extracción de las materias primas a la contaminación tras su uso. Es una petición que desde hace años han hecho numerosas organizacióones de la sociedad civil, por las consecuencias que tienen estos materiales desechados sin control sobre la salud, el clima, la biodiversidad y los derechos humanos.

Estas consecuencias no se conocen bien todavía, recuerdan, por lo que la investigación es imprescindible para la futura mitigación. Estos expertos creen que el tratado debe tener objetivos ambiciosos: cero contaminación y ningún peligro para los seres humanos y para el medio ambiente en todo el ciclo de vida de los plásticos.

La presencia de residuos plásticos en el mar y dónde terminan es otro de los temas importantes tratados. Un nuevo análisis de los datos disponibles ha encontrado que el flujo de residuos que los ríos vierten al mar es muy inferior a lo estimado hasta ahora y que eso implica que los residuos permanecen más tiempo en la superficie (una media de 2,4 años), donde se van descomponiendo en microplásticos que terminan en gran medida pero lentamente en los sedimentos del fondo del mar. Esta revisión descarta casi por completo la existencia de un posible sumidero de microplásticos, que explicaría la diferencia entre los vertidos estimados y las medidas que se hacen de microplásticos en el mar. No se trata de minimizar el problema, señalan los autores del estudio, ya que incluso si cesaran ya los vertidos al mar, las consecuencias en el medio ambiente marino persistirían muchos años.

La ingestión de plásticos como trampa evolutiva es, finalmente, otro de los temas tratados. Al pasar a estar presentes en el medio ambiente, alteran los ecosistemas y son ingeridos por los seres vivos en ellos presentes. Un equipo de investigadores arguye que son tres las razones para este cambio de dieta: la disponibilidad de materiales plásticos en el medio ambiente, el umbral individual de aceptación de este “alimento” y el solapamiento de señales que dan los plásticos y los alimentos naturales.

Un ejemplo es el recubrimiento progresivo en el mar de los objetos de plásticos por películas de bacterias y otros microorganismos, que engaña a las tortugas sobre lo que son. Se ha documentado ya que 1.288 especies marinas y 227 especies terrestres y de agua dulce consumen plástico. Al final, los investigadores creen que la única solución para esta trampa es evitar su existencia, es decir, llegar a un fuerte compromiso internacional que debe incluir soluciones pre y post consumo guiadas por la ciencia, tal como la disminución sustancial de la producción y uso del plástico, el cambio a una economía circular e inversiones en todo el mundo en el reciclado y la recuperación de los plásticos.

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