Un proyecto busca transformar al basural más grande del país en un ecoparque

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Con una inversión de más de 10 millones de dólares, en octubre comenzarán las obras para transformar en ecoparque y centro ambiental a “La Quema”, el basural a cielo abierto más grande y antiguo del país, ubicado en el partido bonaerense de Luján, informaron autoridades municipales y del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación.

En el marco del Plan Federal de Erradicación de Basurales a Cielo Abierto impulsado por la cartera de Ambiente, y con la financiación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), se destinarán 10.731.820 dólares para la iniciativa, que contempla no solo la reconversión ambiental y sanitaria de La Quema, sino además la inclusión social de sus trabajadores.

El proyecto fue adjudicado a la empresa Evasa e incluirá el saneamiento, cierre técnico del basural, reconversión en ecoparque y construcción de un centro ambiental con relleno sanitario con 20 años de vida útil, según detallaron.

“Sanear al 100% y volver al estado original es materialmente imposible, lo que sí se va a hacer es el cierre técnico y recuperar”, señaló a Télam, el director lujanense de Gestión ambiental, Braian Vega.

La iniciativa también forma parte del Plan Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos (GIRSU), una estrategia “transversal” que promueve el saneamiento ambiental y la optimización de recursos para la gestión eficiente de los residuos sólidos urbanos, bajo el paradigma de la economía circular.

“Todos los trabajadores informales del basural formarán parte del centro ambiental”, sostuvo Vega. “Es una condición sine qua non para avanzar con el proyecto, que todas las personas -son más de 200- sean incorporadas con el objetivo de que mejoren sus condiciones laborales”, añadió.

Vivir y trabajar en “La Quema”

En el partido bonaerense de Luján, a 5 km del centro, se encuentra “La Quema”, el basural más grande y antiguo de Argentina. Allí, se depositan diariamente 104 toneladas de residuos provenientes del municipio, desde hace casi 50 años y “sin ningún tipo de control”, señaló Vega.

“El basural está colapsado en sus 13 hectáreas. La altura que tenemos de basura oscila entre 20 o 30 metros, según el lugar en que nos paremos, y hay montañas de residuos sin ningún tipo de tratamiento”, añadió.

En La Quema trabajan más de 200 recuperadores, quienes –en su mayoría– viven en los barrios populares de San Pedro, Santa Marta, San Jorge, San Fermín y Villa María, ubicados en las inmediaciones del predio.

“Acá si no venís un día no comés, esto es el día a día. No trabajamos en buenas condiciones, aunque con la organización en la cooperativa estamos tratando de mejorarlas”, dijo Joana Enrique (24), recuperadora desde los 14 años y vecina del barrio Santa Marta.

La joven remarcó que “a causa del humo de la quema”, su madre tuvo tuberculosis y su hermano sufre de asma. Pero “tenían que venir a trabajar igual”, sostuvo Joana, quien también es referente de la Federación Argentina de Cartoneros, Carreros y Recicladores (Faccyr). “Algo cambió de una generación a otra porque a mi hijo no lo traigo a trabajar acá”, cerró.

Salir de la informalidad

“Los trabajadores son unos de los pocos que hicieron algo por el ambiente, sin darse cuenta”, destacó el director de Residuos Sólidos Urbanos, Pedro Vargas. Y añadió: “Son fundamentales, porque acá si no están los cartoneros no podríamos hacer nada, y habría más toneladas de basura todavía”.

“Para mí y la mayoría de los compañeros, la reconversión de La Quema está buenísima, porque siempre luchamos para ser reconocidos y laburar en condiciones. Esta generación ya se merece eso”, dijo Pablo López (26), que comenzó como recuperador a los 14 años para ayudar a su familia.

El joven vive en el barrio San Jorge, tiene dos hijos y trabaja 10 horas en el predio. “Siempre está el miedo de abrir una bolsa y encontrarte con una jeringa, pincharse sin querer”, explicó.

“El basural existe desde el año ’70 o ’71. Acá tuvimos una epidemia de forúnculos que te salían por todos lados”, recordó Sergio Almada (60), que trabaja en La Quema y vive en el barrio de San Pedro junto a su esposa y tres nietas de 14, 8 y 6 años, dos de ellas –subrayó– sufren de enfermedades respiratorias crónicas.

La lucha por el cierre y la mejora del lugar comenzó en 2008. Al principio, los recuperadores “se sentían amenazados en sus fuentes de trabajo”, señaló Almada. “Aunque todavía hay algunos que quieren seguir trabajando de esa manera, empezamos a buscar en conjunto una solución que nos sirva a todos”, finalizó Almada.

Las ventajas del relleno sanitario

El proyecto de reconversión del basural a cielo abierto del partido bonaerense de Luján en ecoparque y centro ambiental incluye la creación de rellenos sanitarios “con 20 años de vida útil”, según el comunicado del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, el municipio de Luján y la empresa que ganó la adjudicación de la obra, Evasa.

Los rellenos sanitarios son “espacios donde se disponen residuos sólidos urbanos (RSU), compactados en capas sobre un suelo previamente impermeabilizado, después de haber recibido determinados tratamientos, y recubiertos por capas de suelo, para evitar la contaminación de acuíferos, suelo y aire”, indica el documento.

Los basurales a cielo abierto, por su parte, son “sitios donde se depositan residuos de manera indiscriminada de todo tipo, incluso patogénicos y peligrosos, con escasas medidas de protección ambiental y sin control de operación o con controles mínimos”, señala el comunicado.

Según informaron, los rellenos sanitarios “no presentan riesgos de contaminación ambiental por una disposición final de los residuos más controlada”, a diferencia de los basurales a cielo abierto, donde se produce un “foco de contaminación de agua superficial y subterránea, de suelo y aire, con emisiones gaseosas, olores desagradables, lixiviados, escurrimientos, infiltraciones”.

Por último, los rellenos sanitarios permiten “utilizar el metano generado de la descomposición de residuos para la producción de energía” y “evitar emisiones de gases de efecto invernadero”. Los basurales, en cambio, producen “grandes emisiones gaseosas que contribuyen con el cambio climático, y son hábitat de plagas y vectores transmisores de enfermedades”.

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