Descubriendo El Impenetrable como “exportador de naturaleza”, bienes culturales y saberes ancestrales

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El Parque Nacional El Impenetrable lleva en su nombre la descripción de las características propias del monte cerrado y espinoso predominante, pero principalmente, por la escasez de agua que dificulta su accesibilidad. Esta área protegida se compone de 128 mil hectáreas situadas en el interfluvio conformado entre los ríos Teuco – Bermejo y Bermejito.

Con esta imponente extensión territorial representa una de las áreas de conservación más grandes del norte argentino, lo cual resulta de suma importancia para mantener poblaciones a largo plazo de grandes mamíferos como el yaguareté, el tapir, el pecarí y el oso hormiguero, por citar alguno de los más importantes.

Además, con su gran biodiversidad y un bosque nativo en excelente estado de conservación sirve de albergue a una gran diversidad de mamíferos y cientos de especies de aves, como el águila coronada, el yabirú, el loro hablador, el carpintero negro, la charata, el rayador y el espinero frente rojiza, entre otros.

También posee una riqueza florística inigualable, con presencia de quebracho santiagueño, quebracho blanco, algarrobo, molle, guayacán, guaraniná, yuchán, caspi zapallo, mistol, vinal, itín, porotillo y garabato, entre otros. Además, el Parque Nacional El Impenetrable alberga una gran superficie de bosque de palo santo (Bulnesia sarmientoi), especie endémica del Chaco seco y reconocida por la calidad de su madera.

Una multiplicidad de ambientes dentro del Parque representa la clave de su gran biodiversidad: posee montes altos de quebrachos, algarrobales, bosques ribereños en galería, palmares, cardonales, pastizales y hasta uno de los últimos humedales de la región. El río Teuco, con sus crecidas periódicas y sus cursos de agua permanentes, juega un papel fundamental en la preservación de todo el ecosistema y en los desplazamientos de fauna durante la estación seca.

En la zona central del Gran Chaco de Argentina se encuentra el Chaco seco (que abarca más de 9 millones de hectáreas repartidas entre las provincias de Salta, Formosa, Chaco y Santiago del Estero), que a su vez alberga la zona conocida como el Impenetrable, de aproximadamente 4 millones de hectáreas.

Fortalezas y debilidades

El Impenetrable tiene un gran potencial como centro “productor” de naturaleza y actividades de ecoturismo, pero también tiene sus debilidades: es una zona con alto riesgo de sufrir un proceso de desertificación; por eso es fundamental preservar su bosque, ya que protege al frágil suelo de la erosión del agua y del viento, luego de haber sido intervenido con animales domésticos y de haber sufrido la extracción de la madera.

El Impenetrable tiene un valor natural estratégico porque alberga fauna en peligro de extinción como el yaguareté, el oso hormiguero, el tapir, el chancho quimilero y el tatú carreta, que fueron declarados Monumento Natural Provincial en Chaco. También se pueden observar ejemplares de aguará guazú, pecarí labiado (o maján) y el ocelote.

Entre las aves se destacan algunas especies como el carpintero negro, el loro hablador, la lechuza bataraz chaqueña, el águila coronada, el matico y el bataraz estriado, que resultan cada vez más escasas en el bosque chaqueño. También existen aquí algunos animales y plantas propias de esta región, como el pichiciego, el piche islero, el conejo de los palos, el chancho quimilero, la martineta chaqueña y una especie arbórea como el palo santo.

Esta región tiene la importancia de ser centro de intercambio entre los bosques del interfluvio que se ubican entre los ríos Bermejo y Bermejito, que son una pieza clave para mantener la conectividad mediante corredores biológicos que vinculan las selvas de yungas de Salta y Jujuy con los remanentes del bosque atlántico en Misiones, a través de las selvas en galería de los ríos Bermejo, Paraguay y Paraná.

Los habitantes de El Impenetrable

La población del Chaco se compone mayoritariamente de criollos e indígenas, cada cual con concepciones diferentes en cuanto al uso y manejo de los recursos naturales. En las zonas aledañas al Parque, gran cantidad de pobladores criollos no poseen título de propiedad. No obstante, las comunidades aborígenes wichís y qom, han logrado el reconocimiento de algunas fracciones de tierras comunitarias de distintos tamaños.

Históricamente la actividad laboral estuvo asociada a la explotación forestal y ganadera, caracterizada por una mano de obra no calificada y temporaria. Dado el deterioro del ecosistema, hoy se está promoviendo desde el gobierno el desarrollo de nuevas alternativas derivadas del uso no maderero del bosque.

Son cinco los pueblos principales alrededor del Parque Nacional El Impenetrable: Miraflores, Nueva Pompeya, Fuerte Esperanza, Wichí y Sauzalito; todos pertenecen al Departamento de General Güemes, siendo Castelli la cabecera del partido.

En las zonas rurales los criollos viven en parajes, que son pequeños núcleos habitacionales de entre una y diez familias que se mantienen con una economía de subsistencia. La mayoría de los indígenas viven en reservas comunitarias ubicadas en las inmediaciones de los pueblos. Las más importantes cercanas al Parque son: Reserva de Nueva Población (wichí): 1.500 hectáreas lindantes al Parque. Es el único paraje vecino donde conviven wichís con criollos.

Reserva de Nueva Pompeya (wichí): 20.000 hectáreas lindantes al Parque en la zona del pueblo que tiene el mismo nombre. Reserva Meguesoxochi (qom): 150.000 hectáreas ubicadas a 10 km del parque, hacia el Sur. Reserva Mowitob (qom, mocoví y wichí): 308.000 hectáreas que el gobierno asignó a las etnias qom, mocoví y wichí como compensación del daño por la Campaña del Desierto, que también tuvo su violento accionar en el Chaco.

La migración de la población rural a las ciudades está causando cambios profundos en la cultura del Impenetrable. Muchos jóvenes se alejan de las “cosas del monte”. Esto se manifiesta abiertamente en las costumbres alimentarias, donde casi se ha abandonado el uso de los productos locales como la tuna, el mistol, la harina de algarroba y el charque; llegando a asociarlos con una vida de mala suerte y pobreza.

Lo mismo ocurre con las fiestas populares, con las prácticas y uso del caballo y el burro, la vestimenta en cuero, los artículos de fibra, y con las artes folklóricas: especialmente las nuevas generaciones que viven en el pueblo y evitan vincularse con este tipo de festejos y manifestaciones. Por el contrario, los que viven en el campo aún muestran cierto interés, pero con riesgo de diluirse.

Paradójicamente, ciertas prácticas amigables con el ambiente han sido mantenidas o incorporadas con mayor celeridad en las zonas rurales que en las ciudades, como el uso de paneles solares y techos verdes (que cumplen la función de huerta y como mitigador del calor) o la recolección y utilización del agua de lluvia. El turismo podría ser un gran aliado para revalorizar las costumbres en las ciudades, a través de la mirada de los visitantes que se muestren interesados en los productos y los conocimientos locales.

Los indígenas del Impenetrable, en su mayoría wichís y qom, tienen un vínculo con la naturaleza muy distinto al hombre blanco. Para estas comunidades la “conservación” es tan inherente a su modo de vida que aunque no sea mencionada en forma directa, atraviesa toda su cotidianidad. Por ejemplo, para la cosmovisión de los wichís, cada animal tiene su “dueño” que es un espíritu que lo cuida y que le dice al chamán cuánto se puede cazar sin afectar su población. O sea que aquello que los ambientalistas llaman “conservación”, en el mundo espiritual wichí tiene otro nombre, pero se refiere al mismo tema.

Valor histórico y cultural

El Impenetrable también tiene sus historias para contar a partir del antiguo trazado indígena, descripto en las exploraciones de J. Matorras, F. Arias y F. Morillo y otros que en varios tramos coincide con el camino a los ingenios azucareros. Permitiendo destacar una época basada en la comunicación fluvial por el Bermejo, frontera con Paraguay, antes de la guerra. Además, permite relatar la historia de la línea de fortines de la Campaña de Colonización del Chaco y la importancia de las obras viales y de la urbanización, fruto de la producción algodonera.

Los residentes del Impenetrable mantienen sus tradiciones en los parajes criollos, donde a través de la vestimenta, construcción, y actitud emergen los saberes y costumbres del lugar. Sus artesanías, gastronomía y folklore se pueden apreciar a lo largo de paradas estratégicas. Los pobladores originarios actualmente asientan su cultura en los territorios declarados
como reservas aborígenes, que pueden ser visitadas en distintos circuitos.

Es así que en Nueva Pompeya y Nueva Población se puede tomar contacto con los wichís, y en la Meguesoxochi con los qom. Se observa la impronta religiosa en las ruinas y edificios de las Misiones Franciscanas de Santiago de La Cangayé, de San Bernardo de Vértiz, de Nueva Pompeya y en las misiones salteñas.

Lo bueno de El Impenetrable es que además de su impresionante biodiversidad, también existen muchos productos del monte como la harina de algarroba, la aloja, el arrope de tuna, la goma brea, y todas las artesanías de uso cotidiano en las viviendas rurales. Esta producción de manufactura local confiere la potencialidad de tener un desarrollo basado en la vida silvestre, es que podría realizarse de manera sencilla con la aplicación de los saberes ancestrales.

Estos productos “propios del Chaco” encuadran dentro de la tipificación de ser “únicos y verdaderamente ecológicos” ante un público cada vez más demandante de ofertas que promuevan el valor del intercambio de experiencias con lo autóctono y agreste; con respeto por el ambiente y las buenas practicas; las actividades sustentables y el cuidado del monte y sus habitantes, como base para la conservación y materia prima para el desarrollo de emprendimientos de ecoturismo.

Muchos pobladores de la región Impenetrable ya comenzaron a desandar el camino de la transformación entre el concepto de mercadeo local, hacia la comercialización de los productos locales orientados a la demanda de los visitantes, a partir de importantes capacitaciones que acentuaron ese proceso que adopta al turismo, como principal aliado estratégico para la comercialización de los productos que generosamente ofrece el monte.

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