Neuquén: de Quila Quina a Hua Hum, un paseo mágico por la Huella Andina

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La Huella Andina, el sendero pedestre de más largo recorrido del país, que atraviesa 3 provincias, 5 parques nacionales y un sinfín de municipios y poblados, guarda en sus entrañas espectáculos naturales como el de las etapas señaladas, las números 17, 18 y 19 del sendero.

 
El primer tramo de estas etapas, de 10,3 kilómetros de largo, parte del muelle de Quila Quina hasta el Puesto Casanova, en un sendero que va ascendiendo y que pone a prueba la capacidad física y de asombro del caminante.
 
Es necesario primero detenerse en Quila Qina, un lugar emblemático con vistosas playas y una villa que creó Parques Nacionales dentro de la comunidad Mapuche Curruhuinca.
 
El logo de dos franjas, una blanca y otra azul, que caracteriza la Huella Andina, indica el camino a seguir hacia el Puesto Casanova, esta vez con la guía del guardaparques, Eduardo Jones, encargado del proyecto en el Parque Nacional Lanin, y del coordinador territorial de Huella Andina, Horacio Pelozo.
 
En el sendero, el caminante va cruzando el verde del paisaje coronado por el aroma de la flora del lugar y el arrullo refrescante del Arroyo Grande, que regala, si uno se desvía uno metros del camino, la maravillosa vista de la cascada homónima.
 
La llegada a Puesto Casanova invita al descanso tras la larga caminata, y para ello, los pobladores criollos cuentan con un lugar de pernocte donde celebrar el primer tramo recorrido con un delicioso asado, escuchar las historias del lugar, y prepararse a dormir en el camping o en un domo instalado en el parque.
 
El día siguiente el objetivo es llegar hasta Ruca Ñire (etapa 18), a casi 16 kilómetros de distancia, lo que significa prepararse física y mentalmente. Previo al comienzo de la nueva caminata, amerita disfrutar de unos mates con torta frita aspirando la pureza del aire matutino. 
 
El sendero se dirige ahora en dirección al Lago Escondido, pero no será hacia allí donde se dirija el caminante, sino que seguirá durante 20 minutos por una pendiente que se va suavizando hasta arribar a Laguna del Toro.
 
El espejo de agua quedará a la derecha el camino, matizado por la inmensidad del bosque compuesto de coihues, robles y raulíes, que conducirán los sentidos hacia la mágica escenografía de la cordillera patagónica.
 
Cruzar cristalinos arroyos, sortear troncos recostados en el suelo, y hasta encontrar alguna que otra vaca salvaje, son parte de la aventura que pronto regala la vista del Lago Lácar en toda su extensión.
 
A partir de allí, hay que seguir las señales de la Huella Andina y bordear el lago, siempre en compañía de las sorpresas que brinda la naturaleza que invita, de tanto en tanto, a conocer las variadas playas que adornan la costa del lago.
 
Al fin, la pampa de Ruca Ñire se abre paso al caminante ofreciendo un área de pernocte dotada de fogón, dos baños secos ecológicos y un domo para desplegar las bolsas de dormir. El muelle y la playa de Ruca Ñire invitan al disfrute del atardecer.
 
A la mañana siguiente el caminante está preparado para cumplimentar una nueva etapa, la 19, que une Ruca Ñire con Hua Hum, siempre hacia el oeste, separados por una distancia de 14 kilómetros.
 
A medida que se avanza en esa dirección, la humedad se presenta con más fuerza indicando el ingreso en una zona de transición hacia la selva Valdiviana.
 
‘Se va de los 2.300 milímetros de lluvia a los 2.800, que es lo que marca esta transición. Vemos ahora las especies asociadas a la humedad, como los helechos de gran porte, el palo santo y los arrayanes’, explica el guardaparques, Eduardo Jones.
 
El follaje se va haciendo más espeso dejando atrás el bucólico paisaje del bosque andino, con los cipreses en el lugar más bajo y  en las alturas tomando fuerza y presencia el poderoso roble.
 
En un principio, la pendiente asciende con suavidad hasta llegar a una bifurcación del sendero. Hacia la derecha, con subidas y bajadas del camino, se aprecia el azul del Lago Lácar, hasta que el sendero se ensancha y comienza el descenso hacia el Paraje Pucará, donde se divide hacia el oeste, el Lago Monthué.
 
Los viajeros pueden seguir hasta Hua Hum pasando por Chachín, pero también se puede terminar en el muelle de Pucará -lugar donde hay una proveduría atendida por una pobladora, baños y un camping agreste-, y esperar la lancha que cruce a los viajeros hasta el punto final del viaje o los regrese a San Martín de los Andes.
 
Si se elige lo primero, la aventura puede terminar con un rafting en el río Hua Hum, pasando a Chile.

Alejandro San Martín
Télam

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