En el noroeste de la provincia de Santa Cruz, el Parque Nacional Patagonia es acaso el área protegida menos visitada de toda la Argentina. Pocos, muy pocos viajeros, se adentran hoy en esta inmensa estepa: una altiplanicie de pastos dorados solo interrumpidos a la distancia por montañas nevadas y lagunas.
En su interior, este parque inhóspito de 52 mil hectáreas, situado en el centro sur de la meseta del lago Buenos Aires, próximo al departamento de Río Chico, no solo tiene vista al único glaciar extraandino del país, el Monte Zeballos. Tiene, además, ríos, lagunas, especies en peligro de extinción y en un tesoro milenario.
Un patrimonio cultural de 3 mil años, que encierra enigmas aún no develados: petroglifos. Dibujos grabados en roca por habitantes trashumantes que recorrieron a pie este semidesierto con temperaturas extremas antes que los tehuelches ocuparan este territorio.
‘El año pasado vino un equipo de científicos argentinos que trabajan en el Instituto de Arqueología de la Universidad de Buenos Aires a registrar los petroglifos de la meseta del lago Buenos Aires que aún no estaban documentados’, relata el intendente del parque Patagonia Javier Cerutti.
Javier llegó aquí en agosto de 2015.Es uno de los pioneros en este parque creado por una ley sancionada en diciembre de 2014, promulgada en enero de 2015 a fin de tener una muestra de una ecorregión que no estaba representada en el sistema de parques nacionales, como la meseta en altura.
Javier vino al parque Patagonia tras veinticinco años de carrera, para organizar este parque en el sur de la Argentina, el penúltimo en crearse en todo el territorio nacional. El guardaparque asumió el desafío de proteger la altiplanicie más grande de la Patagonia donde habita el Macá Tobiano: un ave en peligro de extinción que se pretende proteger en este ecosistema.
El año pasado, Javier contó a los turistas que ingresaron a esta meseta que gran parte del año tiene vientos fuertes y heladas. Hubo 30 visitas.
Este verano hay otro puñado de viajeros recorriendo los caminos de la región que circundan al parque. Entre ellos María Schroder y Pascal Spengles transitan por la ruta provincial 41. Una ruta de ripio con inmejorables vistas al lago Buenos Aires y al río Jeinimeni. Uno de los accesos al parque viniendo desde Chile o desde Los Antiguos.