La Semana de Turismo Aventura, que finalizó este fin de semana en la ciudad rionegrina de Bariloche, fue la oportunidad para conocer y practicar distintas disciplinas náuticas; desde un paseo en velero, hasta el equilibrio de subirse a una tabla para realizar stand up padlle, sin dejar de mencionara un relajado día de pesca embarcada por los coloridos lagos del sur.
Cientos de personas se dieron cita en el camping “Los Baqueanos” y sus 800 metros de costa sobre el Lago Gutiérrez, donde la Asociación de Turismo Activo de la Patagonia (Atap), realizó la quinta edición de la Semana de la Aventura.
En un día a pleno sol, los visitantes tuvieron la oportunidad de disfrutar de forma gratuita, todas las opciones que ofrece la ciudad de Bariloche, declarada capital nacional del turismo aventura.
La llegada del locutor oficial en un parapente fue una de las tantas sorpresas que este año ofrecieron los integrantes de la Atap, una organización de prestadores de turismo aventura que vienen trabajando en el desarrollo de esas actividades y su proyección local, nacional e internacional.
Equilibristas sobre el agua
Una de las actividades novedosas –también presente en la quinta edición de la Semana de la Aventura-, es la denominada Stand Up Padlle, que se puede traducir en “remo parado”; un deporte de equilibrio para todas las edades.
“Es un deporte que ahora está muy de moda, pero es milenario. Los pueblos polinesios lo practicaban. Sus habitantes iban subidos a unos troncos, parados, para tener una mejor visión y descubrir nuevas islas. Así nació también el surf”, explicó a Télam, Agustín Palomeque, de la empresa Patagonia Sup.
Tincho, como se lo conoce en el ambiente del turismo aventura, detalló que esta actividad se realiza sobre una tabla muy estable, larga y ancha, lo que le da mucha estabilidad. “Eso hace que la gente se sienta muy estable y permite que cualquiera pueda practicarlo: niños, gente deportista, gente no deportista y personas mayores”, aclaró.
“Hay que tener un equilibrio mínimo que se puede lograr muy fácilmente porque las tabas son muy estables, obviamente buscando condiciones favorables, es decir, que el agua este tranquila. Es súper fácil empezar a pararse, a ganar el equilibrio y a poder controlar eso que necesitamos, que es un equilibrio mínimo para ponerse parado y poder remar de un lado, cambiar de remo y remar del otro”, agregó.
Existen varios circuitos para la práctica de la actividad –se organizan travesías guiadas además de individuales-, de acuerdo al nivel del remador. Para aquellos que quieren un poco más de adrenalina, se les organiza una bajada por el río Limay, donde hay aguas blancas de nivel 1 y 2.
´”Nosotros flotamos unos 15 kilómetros desde Rincón Chico hasta Villa Llanquín, pasando por el anfiteatro que es uno de los lugares típicos de Bariloche. Después también remamos en el Moreno hasta el Morenito por un canal muy pequeño que es como una reserva natural”, precisó.
Las tablas pueden alquilarse por media hora u hora entera en Playa Petunia, ubicada en el kilómetro 13.500 de Bustillo. Las travesías, en tanto, tienen una duración de entre 2 y 2 horas y media, en lugares a definir según el clima. La información puede obtenerse en la página de Facebook Patagoniasup.
Pesca y paseo
“El Bariloche que se ve desde el agua es un Bariloche totalmente diferente al que se ve desde la ruta”, aseguró, sin dudarlo, Víctor Katz, dueño de la embarcación “Sexto Sentido”, con el que navega las aguas del Nahuel Huapi llevando turistas en la experiencia de la pesca de truchas.
En el kilómetro 14.400 de Bustillo, en el que se encuentra el camping CIRSE con una extensa marina, sale todos los días este personaje alegre y conversador –prestador de la Atap-, en un paseo donde la gente no sólo aprende a pescar truchas, sino también a conocer lugares paradisíacos y terminar con un sabroso asado al aire libre.
“Son paseos con pesca en un semirigido de 5,60 metros, con un motor de 4 tiempos y la idea es tratar de pescar truchas en el lago Nahuel Huapi. Llevo 20 años con el tema de la pesca y 35 con el sky, así que lo combino”, explicó a Télam.
La embarcación, que puede llevar hasta 4 personas, cuenta con todo el equipo necesario para la pesca de truchas: tres líneas de superficie, una de plomo y otra que es un aparato especial que hace que la línea vaya a la profundidad, con una plomada y un clip.
“Salimos desde el muelle, con salidas de dos horas, 4 horas o todo el día, según el clima. Cuando es completo con asado, salimos desde el CIRSE, vamos a la isla Victoria y en Piedras Blancas -el único lugar habilitado para hacer fuego-, comemos un asadito”, detalló.
“Cada visitante interactúa y se le explica todo el tema de la trucha. En un día completo, cuando uno se baja del bote, ya es un pescador casi experto porque conoce toda la forma de comer y moverse de la trucha”, precisó.
“Normalmente vienen con la idea de un paseo hasta que agarramos la primera trucha. Cuando la ven saltar por el aire que -acá suelen ser ejemplares de entre dos y cuatro kilos-, inmediatamente se emocionan y si hay chicos chiquitos es una experiencia para siempre”, agregó.
Normalmente se puede pescar todo el año. En el Moreno, que es municipal, y en la represa Alicurá, ubicada a 80 kilómetros de Bariloche, con liberación obligatoria en el Moreno y captura donde están las trampas en Alicura, donde se crían las truchas para restaurantes.
“Esta es una actividad para toda la familia. Mi hijita a los cuatro días de vida estaba arriba del bote. Es un bote muy seguro con cuatro pontones con un estanco que es toda la estructura y el andar es a 600 revoluciones, muy despacito. Para los que pescan es un vicio y para la familiar, un placer. Es una opción no tradicional”, concluyó Katz.
Una vuelta en velero
El Velero el Orgullo propone una manera diferente de vivir el lago Nahuel Huapi. A bordo es posible descubrir un paisaje mágico por el color de sus aguas, de un intenso color azul, sus islas, los cerros y sus playas.
Partiendo del Puerto Petunia, se navega bordeando la península San Pedro para dirigirse a la Isla Huemul. Durante el recorrido, de aproximadamente 3 horas, se pasa frente a la Isla de las Gallinas y Playa Bonita.
Según las condiciones climáticas, el viaje continúa a lago abierto. De regreso, en el extremo de la Península San Pedro, se arroja el ancla para una pausa tranquila.
Los pasajeros, además de navegar y disfrutar el imponente paisaje natural, podrán tener la experiencia de timonear el velero.
Alejandro San Martín
Télam
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