La pequeña ciudad pesquera, al noroeste de la provincia de Santa Cruz, sobresale en una escenografía casi irreal y poco frecuente en el entorno patagónico, producto de su origen volcánico, que data de la era del jurásico, la de los dinosaurios, hace 500 millones de años.
El resultado, un paisaje alborotado de profundos cañadones, costas escarpadas y una sucesión de islotes que se erigen imponentes desde las profundidades de un agua verde turquesa profundo.
Uno de sus principales atractivos es contar con la única ría de Sudamérica, de 43 kilómetros de largo.
El cauce natural del río Deseado vio hace 10 millones de años que los glaciares se retiraban y su cauce se invadía del agua del mar. Ese fue el origen del actual paraje con características únicas y su descubrimiento fue casi de casualidad, alrededor de 1520 por Hernán de Magallanes, quien durante su travesía de circunvalación en busca del ansiado paso hacia el Pacífico llegó al lugar.
A partir de entonces una serie de ilustres navegantes y otros tantos corsarios, aprovecharon esas aguas y resguardada geografía natural, plena de recovecos, para guarecerse de las tormentas, como fondeadero después de largas travesías y para realizar estudios cartográficos.
El marino inglés, Thomas Cavendish, le dio el nombre, en honor a su nave capitana El Desire y hasta Charles Darwin, padre de la teoría de las especies, le dedicó unos párrafos a esos desolados paisajes.
Hoy, convertida en reserva natural, el área comprende el sector delimitado por la totalidad de la ría Deseado, desde el cañadón Giménez, pasando por cañadón Torcido, islas Quiroga; de los Pájaros (donde habita una gran colonia de pingüinos Magallanes) y Larga, hasta el sector denominado Paso Marsicano. Las posibilidades de recorrerla son varias.
La costa norte de la ría es la que presenta la mayor cantidad de atractivos, especialmente por su irregular y dramática topografía.
Cerca de la desembocadura se llega a Roca Leona, zona que permite la visita a distintas cuevas, como la del Indio y la de los Leones, frente al mar, para llegar a Punta Cavendish. Un excelente punto panorámico desde donde se observa la entrada de la ría y al sur, la isla Pingüino, única reserva de pingüinos de la especie penacho amarillo.
Dos de las principales actividades que se llevan a cabo en sus aguas son, el cruce a nado y la bajada de la ría.
La primera se realiza este mes y corresponde al cruce, ida y vuelta, a nado, de los 400 metros del cauce, con tiempo cronometrado.
De la actividad participan atletas de todo el país y ya lleva su séptima edición. En el caso de la bajada de la ría se realiza todos los años en febrero y comprende un circuito náutico que recorre la ría, en kayak o embarcaciones tipo canoas, desde su naciente hasta su desembocadura en el mar.
Uno de los sitios imperdibles dentro de la reserva son los Miradores de Darwin. Llamados así en honor al naturalista, se ubican al fondo de la ría, como una profunda grieta en mitad del llano.
Se trata de un conjunto de formaciones rocosas, producto del paso de las agua por el cañón del río Deseado. Impacta con sus vistas fantásticas, a las que se accede, tanto por circuitos terrestres, como por navegación. Por tierra, se accede a través de la estancia La Aurora, a 70 kilómetros de Puerto Deseado y las opciones son recorrerlos en vehículos 4×4 o a pie.
A 88 kilómetros al norte de Puerto Deseado, la Reserva Cabo Blanco es un páramo de belleza extrema. Hasta mediados del siglo 19 revistió importancia económica por sus salinas, hoy sólo queda como fiel testigo del paso del tiempo, un estoico faro. Un cúmulo de morros, islotes y dos caletas separadas por un istmo, que albergan uno de los mayores apostaderos continentales de lobos marinos de dos pelos.
Además de visitar el lugar y extasiarse con su belleza extrema y la imponente presencia de los lobos marinos, se puede realizar un circuito pedestre a través de las 900 hectáreas que comprende el área de las Salinas. Cabo Blanco, es parte de una de las etapas de la doble travesía en mountain bike, Deseado- Cabo Blanco que se realiza el fin de semana de carnaval, en febrero. Un recorrido intenso, por caminos costeros no tradicionales.
Los participantes pueden realizar una o ambas instancias del itinerario. La primera, de 50 kilómetros es por la reserva natural Ría Deseado y para la segunda, se traslada a los ciclistas hasta Cabo Blanco. Desde allí parten, para desandar los 75 kilómetros de regreso a Puerto Deseado.
Otra opción es el ecoturismo ya que Puerto Deseado cuenta con la mayor reserva continental de pingüinos penacho amarillo, de Sudamérica.
Cada año, de octubre a abril, anidan 3.000 ejemplares en el Parque Interjurisdiccional Marino Isla Pingüino. Con su chaqueta de negro pétreo, su característico mechón desgarbado de plumas negras y amarillas y sus penetrantes ojos color sangre, las particulares aves deambulan distinguidas muy cerca de los asombrados visitantes.
A una hora de navegación desde el puerto de Deseado, en gomón semirrígido, o a cuatro horas en kayak, para los más intrépidos; fue declarada Reserva Natural intangible en 1937.