Costa Rica, que en 1884 conviertió a San José en la tercera ciudad con iluminación eléctrica luego de Nueva York y París, consolidó una lenta ruptura con la generación energética con hidrocarburos y abrió una planta hidroeléctrica que es la mayor de Centroamérica.
La planta, ubicada sobre unas 1.900 hectáreas en el caribe, al sureste del territorio nacional, fue construida a un costo de unos 1.400 millones de dólares.
Con una generación de 1.582 gigavatios-hora, la nueva planta es capaz de suministrar electricidad al equivalente de un tercio de los hogares del país, 555 mil aproximadamente.