La contaminación es, más que perniciosa para la salud, directamente mortal. No en vano, se estima que esta contaminación atmosférica es responsable cada año de la muerte de miles de personas en el mundo.
Se debe a que la inhalación de las partículas en suspensión cuyo diámetro no excede de 2,5 micras provoca enfermedades como las cardiovasculares, las respiratorias y el cáncer.
De hecho, un nuevo estudio dirigido por investigadores de la Universidad Brigham Young en Provo, Estados Unidos, no solo confirma que la contaminación se asocia a una probabilidad mucho mayor de padecer una enfermedad cardiovascular, sino que alerta de que este riesgo es extensible a toda la población, incluidas las personas que, aún en su juventud, disfrutan de una buena salud.
Como explicó Aruni Bhatnagar, coautor de esta investigación, los resultados sugieren que vivir en un entorno contaminado podría promover el desarrollo de hipertensión arterial, cardiopatías y accidentes cardiovasculares de una forma más acusada y a edades más tempranas de lo que se creía.
En el estudio, los autores analizaron la posible relación entre la exposición a la contaminación atmosférica y la presencia de marcadores sanguíneos de enfermedad cardiovascular. Y para ello, contaron con la participación de 72 adultos sanos y no fumadores que, con una edad promedio de 23 años, residían en la ciudad de Provo.
Los resultados mostraron que el incremento de la contaminación observada en los inviernos de 2013 y 2014 conllevó concentraciones más elevadas de las micropartículas que indican la presencia de daño y muerte celular, de las proteínas que inhiben el crecimiento de los vasos sanguíneos, y de las proteínas que promueven la inflamación de estos vasos.