La austeridad insignia del Papa Francisco, en sintonía con la meta del Vaticano de convertirse en el primer estado del mundo en liberar de emisiones de dióxido de carbono el campo automotor, recreó un escenario proclive para esta entrega particular.
El Sumo Pontífice recibió un Opel Ampera-e para sus traslados libres de emisiones contaminantes, en línea con su mensaje de sustentabilidad como método de vida.
La flota de autos oficiales de la ciudad-estado está nutrida por Papamóviles de combustión interna. La renovación empieza por un modelo 100% eléctrico, en el marco del evento ‘Laudato Si: la Sostenibilidad de la Comunicación y la Innovación’ que reunió a Jorge Bergoglio con Karl-Thomas Neumann, presidente y consejero delegado de la empresa alemana. Bajo esa atmósfera, el Vaticano y Opel -ex firma perteneciente a General Motors y ahora inmersa en el Grupo PSA- entablaron alianzas y acuerdos en procura de trabajar de manera mancomunada en programas de movilidad sostenible.
Proyectos que obedecen al plan macro de hacer de la Ciudad del Vaticano el primer país libre de dióxido de carbono en generación de energía y en las estructuras de movilidad urbana.
‘Nuestro nuevo Ampera-e hará que la movilidad eléctrica sea factible para el uso diario sin ningún tipo de compromiso’, reveló el presidente de la firma. El modelo es la versión europea del Chevrolet Bolt, un eléctrico que se sumerge en el resto de los mercados mundiales.
El Opel Ampera-e que se incorpora a la flota protocolar del Papa monta un motor de 204 CV de potencia alimentado por baterías de ión-litio de 60 kWh, prestaciones que le darán la posibilidad de acelerar de cero a cien kilómetros por hora en 7,3 segundos y alcanzar los 150 de velocidad máxima.
Su principal cualidad es, sin embargo, el factor que hace desconfiar la productividad de los vehículos eléctricos: su autonomía. Los 520 kilómetros de independencia en cada recarga de baterías serán suficientes para cubrir la Ciudad del Vaticano.