Desde febrero pasado, más de 180 perros abandonados pudieron salir de la guardería canina de la Isla Jordán y conocer al fin el calor de un hogar y una familia. Fue posible al cabo de muchos meses de trabajo y gracias a la colaboración voluntaria de las proteccionistas que lo hacen a pulmón y por amor a los animales.
En su mayoría, los canes fueron adoptados por matrimonios, parejas y jóvenes responsables y comprometidos. Pero también hubo que lamentar el caso de seis perritos que volvieron al refugio porque cuando dejaron de ser cachorros sus dueños ya no los quisieron. Por suerte, fueron reubicados.
Hoy, es el caso de Nuria, una perrita que devolvió una pareja que se separó y ya no tuvo lugar para ella. Por estos días, se encuentra en tránsito en la casa de María Acosta, una de las proteccionistas que comenzó con esta labor en febrero. “Lo peor que les puede pasar es que vuelvan a la guardería. Son pocos casos, pero muy dolorosos. Llevarlos de nuevo ahí los pone re mal, se enferman, se deprimen”, confesó María. En el caso de Nuria, se estresó tanto que le dio una alergia en la piel. Hoy espera ser adoptada por alguien que la cuide responsablemente.
La proteccionista comenzó a trabajar en la guardería en febrero y desde entonces contabilizó más de 180 perros dados en adopción. Recordó que la gente se puede acercar todos los sábados, a partir de las 15. “En general, tenemos muy buena recepción y la mayoría de las personas se los llevan y no los devuelven. Asumen una adopción responsable”, festejó Acosta.
Estimó que van a llegar a las 200 adopciones a fin de año e impulsó a la gente a que se sume a la adopción de estos perritos, muchos de los cuales pasan toda su vida en el lugar. Las proteccionistas concurren todos los sábados para darles de comer, cambiarles el agua y pasar con ellos un tiempo, ya que en soledad se vuelven muy ariscos.