Lagartos, ranas, sapos, lampreas, así como otros peces como los atunes o algunos tiburones tienen un tercer ojo parietal.
Se trata de una estructura sensible a la luz que puede desempeñar funciones claves en la orientación geográfica y los ciclos circadianos de estos animales.
Aunque este órgano estaba muy extendido entre vertebrados primitivos, ni aves ni mamíferos cuentan con él en la actualidad.
Las lampreas, además, son los únicos animales que tienen cuatro ojos.
¿Pero cómo evolucionaron estas estructuras en los vertebrados?
“Pensábamos que el tercer ojo había ido desapareciendo de manera independiente en muchos grupos de vertebrados, como mamíferos y aves, y que solo se conservó en lagartos entre los vertebrados terrestres”, dice Krister Smith, del Instituto de Investigación Senckenberg en Alemania.
“Pero por otro lado, también existía la idea de que el tercer ojo de la lagartija se desarrolló a partir de un órgano diferente, llamado parapineal, que está bien desarrollado en lampreas, estas dos hipótesis no se correspondían”, recalca Smith.
El hallazgo de un fósil de lagarto monitor (Saniwa ensidens) con cuatro ojos, perteneciente a un linaje que vivió hace unos 49 millones de años, ayuda ahora a dilucidar la historia evolutiva del tercer y cuatro ojo.
“Al descubrir un lagarto de cuatro ojos, en el que los órganos pineales y parapineales formaban un solo ojo en la parte superior de la cabeza, pudimos confirmar que el tercer ojo de los lagartos es realmente diferente del tercer ojo de otros vertebrados con mandíbula”, concluyó la experta.