Los espacios protegidos frenan el avance de las especies invasoras, según un estudio liderado por el Instituto Pirenaico de Ecología y en el que han colaborado varios organismos y universidades internacionales.
El estudio señala que, con el actual escenario de cambio climático es difícil anticipar la capacidad que tendrá Europa, a pesar de tener la red de espacios protegidos más extensa del mundo, para proteger su biodiversidad local.
El cambio climático podría tanto forzar la salida de muchas especies nativas fuera de los espacios protegidos, como facilitar la entrada a ellos de especies exóticas invasoras.
Las EEI son aquellas especies cuya introducción y propagación fuera de su ámbito ecológico natural suponen una amenaza tanto para la biodiversidad como para la economía.
En España son EEI plantas como el ailanto y la hierba de la pampa, animales como el visón americano, el mapache y la cotorra de Kramer; insectos como el mosquito tigre y la hormiga argentina, además de acuáticos como el cangrejo rojo o la almeja asiática.
Belinda Gallardo, investigadora principal del IPE-CSIC señala que tan solo un cuarto de los espacios protegidos en los últimos 100 años en Europa está invadido por alguna de las 100 peores EEI.
Según el estudio, en el que ha intervenido también la Universidad de Cambridge y el Zoological Society of London, las EEI avanzarán en unos años a una velocidad “sin precedentes” hacia el norte y este de Europa, y pondrán en peligro el papel protector de estos espacios.
El estudio ha evaluado 15.000 espacios protegidos terrestres y marinos de Europa, con información procedente de 1,5 millones de localizaciones de las 100 peores especies invasoras existentes en territorio europeo para anticipar su impacto sobre 150 especies protegidas por las directivas comunitarias Hábitat y de Aves.
Los resultados apuntan a que el número de especies invasoras es menor en los Parques Nacionales y Reservas Naturales más antiguos y que en los localizados en zonas remotas de difícil acceso, como la alta montaña “apenas encontramos ninguna de las especies investigadas”, asegura Belinda Gallardo.
Por el contrario, la riqueza de invasoras aumenta en espacios designados más recientemente, de mayor accesibilidad y pertenecientes a la Red Natura 2000, en la que se permite el desarrollo de actividades humanas de bajo impacto, lo que explicaría la mayor frecuencia de EEI.