Una campaña busca que los venezolanos que viven en la Argentina se reencuentren con sus perros.
Es una ingeniosa inciativa que busca lograr que muchas personas que tuvieron que salir de Venezuela se reencuentren con sus mascotas.
Para la caraqueña Marlin Borges es maravillosa la iniciativa de la campaña para reunir fondos y empezar a traer los perros de los miles de venezolanos que están en la Argentina.
‘Me parece genial, muchos dejaron a sus mascotas, que son parte de la familia, que sufrieron horrores cuando quedaron al margen de la pirámide, porque la prioridad siempre son las personas’.
Aníbal Muñoz, de Maracaibo, entiende perfectamente el sufrimiento de los inmigrantes que dejaron abandonadas a sus animalitos, ‘un dolor tan fuerte como el de despedir a un familiar, son heridas irreparables’. Ronald Martínez, de Nirgua, habla de ‘ingeniosa y polémica iniciativa.
Me sorprende, ojalá se dé, habría que dar a conocer este tipo campañas’. Esteban Gregoriadis, de Caracas, conserva el sueño de ‘poder volver a ver a Nemo, el perrito que formó parte de nuestra familia y por el cual mi hijito pregunta todos los días qué pasó’.
Para ellos y tantos otros miles de venezolanos que residen en la Argentina, adonde llegaron en los últimos tiempos huyendo de la desesperanza y el desasosiego que significa vivir hoy en Venezuela, asoma una luz de ilusión, una posibilidad no tan remota para reencontrarse con el amado perrito.
‘Estamos convencidos de lo que queremos y lo que queremos es que la mayor cantidad de perros dejados de lado en Venezuela por fuerza mayor se reencuentren con sus dueños’, dice Gabriel Gagliardoni, el vocero de la campaña #YoHiceFelizAUnPerro (http://www.yohicefelizaunperro.org/), lanzada por la plataforma digital paseaperros.com el 29 de abril, el Día del Animal y se extenderá, el primer paso, durante 40 días. ‘El objetivo de este primer paso es reunir 4.000 dólares para traer los primeros 12 perros’.
El puntapié inicial de la novedosa iniciativa fue que ‘muchos venezolanos paseadores de perros, que viven en la Argentina se han contactado para manifestarnos que extrañan a sus perros, que si nosotros podemos hacer algo’. Esa inquietud movilizó a los cinco representantes de la plataforma y se pusieron en marcha para llevar a cabo lo que, en un principio, sonaba a utopía. ‘Estos amores hay que sentirlos en el alma para comprometerse a tamaña empresa. A mi me pasó con Bongo, al que tuve que dejar en Caracas con mi madre’, hace saber Gagliardoni, de 26 años, que vive en Buenos Aires desde 2015.