Enterrado y congelado en permafrost cerca de la aldea de Belaya Gora, en el noreste de Siberia, el ave fue descubierta por cazadores locales de marfil fósil, que lo transmitieron a un equipo de expertos, incluidos Nicolas Dussex y Love Dalén, del Museo Sueco de Historia Natural, para las pruebas.
La datación por radiocarbono reveló que el ave vivía hace unos 46.000 años, y el análisis genético lo identificó como una alondra cornuda (Eremophila alpestris), según un artículo publicado el viernes en la revista Communications Biology.
Se trata de una especie que se encuentra en hábitats abiertos, como el ambiente estepario que existía en Siberia en ese momento. Esta carcasa casi intacta resalta el potencial de los restos de permafrost para estudios evolutivos que combinan tanto la morfología como los ácidos nucleicos antiguos.
El ave puede ser un ancestro de dos subespecies de alondras vivas hoy, una en el norte de Rusia y la otra en la estepa mongola. “Este hallazgo implica que los cambios climáticos que tuvieron lugar al final de la última Edad de Hielo condujeron a la formación de nuevas subespecies”, explicaron los investigadores.
La carcasa congelada de un paseriforme casi completo se recuperó en permafrost de un sitio a 30 km al este del pueblo de Belaya Gora, Yakutia. El sitio comprende una serie de túneles que han sido extraídos hidráulicamente en el permafrost por los cazadores de marfil fósil, y se encuentra en el pequeño río Tirekhtyakh, que es un afluente del río Indigirka. El cadáver del pájaro fue encontrado a 150 metros laterales en uno de los túneles, a una profundidad de aproximadamente 7 metros de la superficie.
La conservación del ave se explica en gran parte por el frío del permafrost, explicó Dussex, pero este espécimen está en condiciones extraordinariamente buenas.
“El hecho de que un espécimen tan pequeño y frágil estuviera casi intacto también sugiere que la tierra / lodo debe haberse depositado gradualmente, o al menos que el suelo era relativamente estable para que la carcasa del ave se conservara en un estado muy cercano a su época de muerte”, aseveró el especialista.
La próxima etapa de investigación implica la secuenciación del genoma completo del ave, dijo Dalén, que revelará más sobre su relación con las subespecies actuales y estimará la tasa de cambio evolutivo en las alondras.