Cuando aún no se han borrado esas imágenes devastadoras del año pasado que mostraban bosques quemados y animales calcinados en la selva amazónica de Brasil, así como en la Chiquitanía y un sector del Chaco boliviano y paraguayo, nuevamente una serie de incendios forestales encienden la alerta en el Pantanal, el humedal más grande del planeta que comparten estos tres países.
El temor que se repita la gran devastación del 2019 sigue latente en Brasil, Bolivia y Paraguay, principalmente porque este año se ha presentado una de las peores sequías de las últimas cinco décadas tanto en el Chaco boliviano como en el Pantanal. Los niveles de agua están muy por debajo de lo esperado para esta época.
De acuerdo con un reporte del Instituto Socioambiental de la Cuenca del Alto Paraguay, SOS Pantanal, este ecosistema enfrenta la menor inundación de los últimos 47 años y, probablemente, la mayor sequía en el mismo período de tiempo.
El Pantanal es un punto de encuentro entre el Cerrado, el Chaco, la Amazonía, la Mata Atlántica y el Bosque Seco Chiquitano. Tiene aproximadamente 16 millones de hectáreas en los tres países y se extiende por Mato Grosso y Mato Grosso del Sur, en Brasil, parte de Bolivia y Paraguay.
Un reciente informe de Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN), organización ambiental dedicada a la conservación del patrimonio natural de Bolivia, indica que entre enero y julio de 2020 un total de 767 mil hectáreas de humedales del Pantanal han sido arrasadas por el fuego en los tres países. El mismo análisis concluye que en los últimos 19 años —entre 2000 y 2019— se quemaron en promedio 1.8 millones de hectáreas por año en el Pantanal.
Humedales arrasados en Brasil
“Estamos pasando por una tragedia”, dice Solange Ikeda Castrillón, profesora del programa de posgrado en Ciencias Ambientales de la Universidad del Estado de Mato Grosso, en Brasil.
Ikeda precisa que en Mato Grosso los incendios están lejos de controlarse, mientras las cenizas se expanden todos los días. “Apagar el fuego es muy difícil porque corre de manera invisible por debajo de la vegetación. Esa es una característica en los incendios del Pantanal”, explica.
La experta señala que en la Amazonía se están quemando las áreas más biodiversas del mundo, mientras que gobiernos como los de Jair Bolsonaro, en Brasil, mantienen políticas que destruyen el ambiente.
Entre enero y agosto del 2020, solo en Brasil, la cantidad de puntos calientes registrados por el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) en el Pantanal superó en 241 % lo registrado el año pasado, mientras el descenso en las precipitaciones se redujo en un 50 %.
Clovis Vailant, del Instituto Gaia y miembro de Humedales sin Fronteras, dice que la reducción de las lluvias, la instalación de represas en las cabeceras de cuencas y la deforestación son la combinación que han originado los incendios forestales. “Ese es el origen de los incendios forestales, aunque se ha intentado transferir la responsabilidad a las comunidades tradicionales”, señala.
Valiant menciona también que la geografía del territorio hace muy difícil el acceso de las brigadas para apagar los incendios y agrega que todo el material quemado se convierte en combustible para nuevos incendios.
Los incendios en el Parque Nacional Otuquis
El Pantanal de Bolivia también está padeciendo a consecuencia del fuego. Alberto Bazán, jefe del Parque Nacional y Área Natural de Manejo Integrado Otuquis, explica que en esa área protegida ya se han perdido cerca de 100 mil hectáreas de humedales, mientras intentan controlar los focos de calor que se multiplican.
“En julio empieza el mes crítico de incendios forestales”, dice Bazán, quien desde el 12 de julio está lidiando con las llamas que arrasan con ecosistemas del Pantanal y del Chaco en esta área natural protegida.
Los incendios en Bolivia surgen debido a las quemas, conocidas como chaqueo, una práctica tradicional que consiste en prender fuego a la vegetación con el fin de despejar el territorio para luego dar paso a los campos de cultivo. Pero este año, los incendios están cruzando las fronteras de Paraguay y Brasil, y se están extendiendo en dirección al Parque Nacional Otuquis.
“La mayor afectación está en las sabanas del Pantanal, con un 85 %, mientras que un 15 % corresponde a la zona transicional del Chaco”, continúa Bazán sobre lo que está ocurriendo en esta área reservada de Bolivia.
Bazán cuenta que especies como la palma blanca y los paratodales (alcornoque), así como reptiles, batracios e insectos polinizadores son las especies de flora y fauna más afectados por el fuego.
El primer incendio en el Parque Nacional Otuquis se inició el 10 de marzo de este año, en el Bloque del río Pimiento, y se extendió por 52 días. En ese momento el fuego llegó desde Brasil y arrasó con 128 325 hectáreas del ecosistema del Pantanal en ambos países, según el informe de FAN.
A partir de julio resurgieron los incendios —como ha comentado Bazán— y han continuado en lo que va de agosto. “La peor etapa aún no ha terminado pues cada año nos enfrentamos a estos siniestros hasta mediados de octubre”.
El reporte de FAN indica que entre el 1 de enero y el 4 de agosto de 2020 se han quemado 147 mil hectáreas en territorio boliviano.
Este año —menciona Bazán— el problema se ha agudizado por la pandemia del coronavirus debido a que no hay suficiente personal para atender la emergencia al estar afectados por el COVID-19. Además, los municipios y gobiernos locales han destinado sus fondos principalmente al sector salud y no cuentan con recursos para atender la emergencia.
Los incendios forestales también han alcanzado al Área Natural de Manejo Integrado San Matías, en el sector de Pozones, en la frontera con Brasil. Entre el 6 y 7 de julio, el fuego arrasó con 28 000 hectáreas en ambos países, de ellas 14 500 corresponden a Bolivia.
Ivan Arnold, director de la Fundación Nativa, señala que este año las condiciones son muy complejas debido a que Bolivia, y principalmente El Chaco, padece una de las sequías más severas de los últimos 50 años. “Estamos en una fase crítica con el riesgo de que se repita lo que sucedió el año pasado”, comenta Arnold y recuerda la devastación de más de cinco millones de hectáreas que dejó en Bolivia los incendios forestales del 2019.
“Desde febrero se han observado más focos de calor que los vistos en la misma época el año pasado”, añade Arnold. Solo en Santa Cruz, los focos de calor en el primer trimestre del 2020 se incrementaron en un 35 % con respecto al año anterior, refiere un análisis realizado por FAN en abril de este año.
Ñembi Guasu es otra área protegida que ha estado en riesgo en los últimos días. Arnold cuenta que al inicio de la semana pasada lograron evitar un incendio en esa área protegida creada el año pasado y que colinda con el parque nacional Otuquis. Durante los incendios de 2019, el Área de Conservación e Importancia Ecológica Ñembi Guasu perdió alrededor de 200 mil hectáreas, acota Arnold.
En Otuquis, la presencia de ganaderos que practican los chaqueos dentro del área protegida significa un problema cada año.
El jefe del Servicio Nacional de Áreas Protegidas (Sernap) de Bolivia, Maikol Melgar, señala que los incendios han sido controlados en los últimos días. Sin embargo, recuerda que desde febrero ya se evidenciaba el problema de la sequía que se presentaría en Bolivia.
Melgar menciona que la pandemia por el coronavirus está complicando la atención de esta emergencia, pues las cuadrillas de brigadistas —integradas por 40 personas— deben ser evaluadas para descartar el COVID-19 antes de ingresar a campo. “Ha sido muy difícil, pero lo estamos haciendo. No obstante, también hemos tenido problemas para el ingreso porque hay sectores en los que las comunidades no permiten el tránsito”.
El jefe de Sernap agrega que ya se han presentado tres denuncias contra los autores de los incendios en el Parque Nacional Otuquis y lo mismo se hará en San Matías por las quemas ilegales.
Niveles mínimos en el río Paraguay
“Son años récord en el aumento temperatura global. El 2020 está camino a ser el año más caliente desde que tenemos registro”, dice Oscar Rodas, director de Cambio Climático y Políticas de WWF Paraguay. “Los últimos cinco años han sido los más calientes y cada año superó al anterior”, agrega sobre las condiciones climáticas que agudizan el problema de los incendios transfronterizos en el Pantanal.
Rodas recuerda que el año pasado los incendios forestales arrasaron principalmente con los bosques chiquitanos de Bolivia y se extendieron hasta Paraguay. Este año —dice— el fuego se extiende desde Mato Grosso, al este del Pantanal de Brasil, avanza a Bolivia y desciende a Paraguay.
Los incendios transfronterizos no se han restringido a estos tres países —aclara Rodas— pues en los últimos días se han extendido por las riberas del río de la Plata hasta Argentina.
Según un reporte de la organización Guyra, en Paraguay, alrededor de 4000 hectáreas de la Reserva Pantanal Paraguayo se han quemado. Los focos de fuego están aumentando a nivel regional y su frecuencia pone en riesgo la biodiversidad, señala el informe.
El reporte también indica que, debido a la pandemia y la afectación económica que está ha ocasionado, se ha incrementado la presión sobre la vida silvestre en las áreas protegidas por la presencia de cazadores furtivos.
Rodas señala que los incendios son causados en su mayoría por actividades humanas. En el caso de Bolivia son los chaqueos ocasionados por productores agrícolas; mientras que en Paraguay obedece a la quema de los árboles talados y la caza furtiva que para escapar de las autoridades prenden fuego a la vegetación que encuentran a su paso. En Brasil, la expansión agrícola es la principal causa de los incendios forestales.
El experto de WWF precisa también que el descenso de los niveles del río Paraguay son los más bajos de los últimos 100 años, al punto que su navegación, en algunos sectores, se ha hecho imposible. En el puerto de Asunción, por ejemplo, la altura no supera los 70 centímetros, dice Rodas. El descenso del agua también se presenta en el río Paraná y el río La Plata.
“Todas estas condiciones generan los incendios transfronterizos de alta complejidad compartida por Brasil, Bolivia, Paraguay y Argentina”, comenta Rodas, quien precisa que se requieren políticas compartidas entre los países para enfrentar el problema.