La caza y la pérdida de ecosistemas los fue eliminando de su antiguo hábitat, que iba desde Guatemala hasta Chile, sur de Brasil y norte de Argentina.
Actualmente las poblaciones de tapires en la Argentina están clasificadas en la categoría ¨peligro de extinción¨.
Hay estudios que indican que su área de distribución en el país se redujo en un 50 % en los últimos 130 años, motivo por el cual su población ha quedado restringida al norte de Salta, Formosa, Misiones, Chaco y una pequeña zona del norte de Corrientes.
Los tapires suelen pesar hasta 300 kilos y tienen un cuerpo muy compacto. Su cabeza y su cuello rotundos les facilitan el paso a través del denso follaje tropical. Los pies presentan cuatro dedos en las patas delanteras y tres en las traseras, y el pelaje suele ser muy corto y oscuro. Su hocico alargado en una pequeña trompa es compatible con su dieta vegetariana, conformada por hojas, hierbas y frutas.
Si bien tienen algunos predadores, como el jaguar, no es ese animal su principal amenaza, sino el hombre, que llegó a la Tierra mucho después que el tapir, pero que se ha convertido en el sepulturero de uno de los mamíferos que mayor cantidad de tiempo lleva sobre el planeta.