Pertenecientes al género de los Hippocampus, los caballitos de mar están recubiertos de un escudo óseo poco común entre los peces. Esta morfología —extrañamente similar a la de los caballos terrestres— les permite una técnica de nado muy distinta a los demás habitantes de las profundidades de los océanos.
Son especialistas en el camuflaje: adaptan el color de su piel al entorno en el que se encuentran, por lo que generalmente se recubren de una amplia gama de colores encendidos. Además de su apariencia coralina, esta especie tiene un rasgo que la distingue de sus pares marinos: los machos son los que se embarazan.
¿Cómo funciona este embarazo?
Los hipocampos se aparean estacionalmente, cuando la temperatura de las aguas es más cálida. Después de un baile de ceremonial típico en el que entrelazan sus colas, los machos expulsan el líquido seminal al exterior. De esta forma, otro macho se fecunda cuando los huevos entran en su saco de gestación.
En un mismo proceso de gestación, un caballito de mar común puede cargar hasta 2 mil huevos en su vientre. La misma forma de sus cuerpos les permite mantenerse erguidos durante el embarazo. Para desplazarse, adoptan una posición erecta, impulsándose con su aleta dorsal.
Además de que la fecundación es sorprendentemente rápida, el embarazo también es fugaz para esta especie. El rango de tiempo necesario es de entre diez días y seis semanas en total, dependiendo de las condiciones climáticas y de la raza del animal.
¿Qué pasa con las hembras?
Las hembras cumplen un papel fundamental en el proceso de fecundación. Son ellas las que impulsan los huevecillos al saco de los machos, por medio de una papila genital llamada ovopositor.
Si el proceso es exitoso, la fertilización sucederá en los próximos 6 segundos. Además, ésta es una estrategia para asegurar que los huevos proceden exclusivamente de una sola hembra. De esta manera, los caballitos de mar practican una monogamia genética por cada lote de huevos.
En el parto, sin embargo, no participan para nada. A diferencia de otros animales, los padres se llevan todo el trabajo. Para dejar salir a las crías, frotan su vientre contra conchas o corales por horas, liberando de esta manera a cerca de 400 alevines. Es común que se agarren de algún soporte con la cola, ya que el proceso es largo y agotador para los machos.