Pese a estar situados en la cúspide de sus cadenas alimentarias, decenas de especies conocidas como depredadores ápice encuentran amenazada su supervivencia a nivel global y sus extinciones locales en diversas partes de mundo a veces no tienen una causa directa, si no que a menudo se ven impulsadas por la escasez o la falta de las presas de las que se alimentan.
Un ejemplo muy claro y cercano de ello, en España, es la relación entre linces y conejos. Hoy en día podemos celebrar que gracias a los programas de conservación llevados a cabo en las últimas décadas, el lince ibérico -Linx pardinus- se recupera a buen ritmo en nuestros territorios. Sin embargo, esto no ha sido siempre así y de hecho una de las principales causas del declive de las poblaciones de lince en nuestro país estuvo íntimamente ligada al declive de las poblaciones de conejos durante el siglo XX debido a enfermedades como la mixomatosis a mediados de siglo, o la hemorragia vírica a finales de los años 90.
En la otra parte del mundo, cruzando el océano Atlántico, una de las especies que se encuentran en la misma situación que el lince ibérico hace tan solo unos años, es el icónico águila harpía -Harpia harpyja- la cual según se informa en un artículo publicado esta semana en la revista Science Reports bajo el título Tropical deforestation induces thresholds of reproductive viability and habitat suitability in Earth’slargest eagles lucha por alimentar a sus crías en las áreas más deforestadas del Amazonas.
Así, en el citado estudio, Everton Miranda, doctorado en ecología aplicada y sus colegas, descubrieron que las águilas harpías dependen de las presas específicas que viven en los bosques de dosel del Amazonas, entre los que se incluyen monos y perezosos, y que la deforestación, con su consiguiente falta de presas, estaba haciendo que estas estuvieran muriendo literalmente de hambre. Un caso no similar, pero si muy parecido al de los orangutanes de la isla de Borneo.
Para llegar a estas conclusiones los autores observaron las distintas especies de presas sobre las que depredaba Harpia harpyja, su tamaño y peso, así como la frecuencia con la que estas entregaban las presas en 16 nidos diferentes repartidos por los bosques amazónicos del Mato Grosso, en Brasil. También utilizaron cámaras. identificaron fragmentos de huesos de presa e hicieron referencias a diversa cartografía para calcular los niveles de deforestación entre 3 y 6 kilómetros a la redonda de los nidos.
Las áreas con más del 50% de deforestación no son aptas para que las águilas harpías críen descendencia con éxito
Los autores encontraron 306 presas, casi la mitad de las cuales -49,7%- eran perezosos de dos dedos, monos capuchinos marrones y monos lanudos grises. Las observaciones de los autores indicaron que las águilas harpías en áreas deforestadas no cambiaron a presas alternativas y entregaron en sus nidos presas capturadas en el dosel con menos frecuencia y con un peso estimado menor. De hecho, en paisajes con entre el 50 y el 70% de deforestación, tres aguiluchos murieron de hambre y no se encontraron nidos en áreas con una deforestación superior al 70%.
Los autores calcularon que las áreas con más del 50% de deforestación no son aptas para que las águilas harpías críen descendencia con éxito y estiman que alrededor del 35% del norte de Mato Grosso no es apto para la cría de águilas harpías. Esto puede haber causado una disminución de aproximadamente 3.250 parejas reproductoras en los últimos 35 años, por lo que los autores concluyen que la supervivencia de Harpia harpyja, clasificada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza como una especie casi amenaza, depende casi en exclusiva de las presas específicas que habitan en el dosel del bosque, ya que rara vez han sido observadas cazando en áreas deforestadas.