El agua embotellada supone un impacto ambiental 3500 veces mayor que el agua de la canilla

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El consumo de agua embotellada ha aumentado en los últimos años a escala mundial. Esta tendencia se explica por factores subjetivos como la percepción del riesgo, el sabor, el olor, la falta de confianza en la calidad del agua de la canilla y el marketing por parte de las empresas de agua embotellada.

Ante esta situación, un nuevo estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) ha demostrado el impacto ambiental y para la salud del consumo masivo de agua embotellada.

“La mejora de la calidad del agua de la canilla no se ha visto reflejada en un aumento en el consumo, lo que sugiere que el consumo de agua podría estar motivado por factores subjetivos distintos a la calidad”, dice Cristina Villanueva, investigadora de ISGlobal y primera autora del estudio.

Los autores del estudio, publicado en Science of the Total Environment, tenían como objetivo ofrecer datos objetivos sobre tres opciones diferentes de consumo de agua: agua embotellada, de la canilla y filtrada.

La investigación, que se ha centrado en la ciudad de Barcelona, es la primera de este tipo y ha examinado el impacto del agua embotellada en la ciudad, donde es la opción más popular a pesar de las mejoras en la calidad del agua corriente.

“La calidad del agua corriente ha aumentado sustancialmente en Barcelona desde la incorporación de tratamientos avanzados en los últimos años. Sin embargo, esta mejora considerable no se ha visto reflejada en un aumento en el consumo, lo que sugiere que el consumo de agua podría estar motivado por factores subjetivos distintos a la calidad”, dice Cristina Villanueva.

Las conclusiones obtenidas han sido alarmantes. Si todos los ciudadanos de Barcelona consumieran agua embotellada el impacto en los recursos naturales sería 3.500 veces mayor que el del agua de la canilla.

Impacto en el medio ambiente y también en la salud

Los impactos ambientales y en salud generalmente se evalúan por separado debido a la aplicación de metodologías diferentes que, a su vez, proporcionan distintos tipos de resultados.

Los impactos ambientales se pueden estimar con una metodología llamada Análisis del Ciclo de Vida (LCA, en inglés), mientras que las consecuencias en la salud humana se estiman con un enfoque llamado Evaluación de Impacto en la Salud (HIA, en inglés). Este estudio ha intentado superar esta barrera metodológica combinando por primera vez LCA y HIA en un mismo análisis.

Los resultados mostraron que, si toda la población de Barcelona decidiera cambiar al agua embotellada, la producción requerida tendría un peaje de 1,43 especies perdidas por año y un costo de 83,9 millones de dólares por año debido a la extracción de materias primas. Esto es aproximadamente 1.400 veces más impacto en los ecosistemas y 3.500 veces mayor costo de extracción de recursos en comparación con el escenario en el que toda la población cambiaría al agua corriente.

Los autores concluyen que la reducción de los impactos ambientales compensa con creces el pequeño riesgo de cáncer de vejiga asociado con beber agua del grifo. El proceso de tratamiento del agua potable genera niveles bajos de trihalometanos (THM), que se han asociado con un mayor riesgo de cáncer de vejiga. Los niveles de THM en el agua potable están regulados en la UE.

“Si bien es cierto que el agua del grifo puede contener trihalometanos derivados del proceso de desinfección y que los trihalometanos están asociados al cáncer de vejiga, nuestro estudio muestra que debido a la alta calidad del agua corriente en Barcelona, el riesgo para la salud es pequeño, especialmente si tenemos en cuenta los impactos globales del agua embotellada”, añade Villanueva.

En este sentido, los resultados estiman que un cambio completo al agua del grifo aumentaría el número total de años de vida perdidos en la ciudad de Barcelona a 309 (lo que equivale aproximadamente a una media de 2 horas de esperanza de vida perdida si se repartiese por igual entre todos los residentes de Barcelona).

“Nuestros resultados muestran que, considerando los efectos ambientales y de salud, el agua del grifo es mejor opción que el agua embotellada, que genera una gama más amplia de impactos”, dice Cathryn Tonne, investigadora de ISGlobal y autora del estudio.

Los filtros domésticos, una buena opción

La tercera opción estudiada, la que implica añadir un filtro doméstico al agua de la canilla, los investigadores estiman que reduciría el riesgo para el medio ambiente y la salud considerablemente. Concretamente aseguran que se rebajaría el número total de años de vida perdidos a 36.

“El uso de filtros domésticos, además de mejorar el sabor y el olor del agua de la canilla, puede reducir sustancialmente los niveles de trihalometanos. Por esta razón, el agua del grifo filtrada es una buena alternativa. Aunque no teníamos datos suficientes para medir su impacto ambiental en su totalidad, sabemos que es mucho menor que el del agua embotellada”, agrega Tonne.

Sin embargo, las autoras reconocen que los filtros domésticos requieren un mantenimiento adecuado para un correcto funcionamiento y para evitar la proliferación microbiana.

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