Es fácil sentirse abrumado por el estado del medio ambiente mundial en 2021. Más de un millón de especies están en peligro de extinción, los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera siguen aumentando y el planeta se ha visto sacudido por una serie de fenómenos meteorológicos extremos provocados por el cambio climático. Y por si esto no fuese suficiente, mientras tanto, el mundo sigue lidiando con una pandemia mortal que parece no tener fin.
No obstante, a medida que el año llega a su fin, hay razones para sentirse cautelosamente optimista sobre ciertas áreas en las que el medio ambiente obtuvo victorias en 2021.
Es importante tener en cuenta que incluso estos avances prometedores implican promesas que aún podrían diluirse, ser engañosas o no cumplirse en absoluto. Aun así, hay señales de éxito en este largo y difícil camino. He aquí cinco razones para la esperanza.
El retroceso de los combustibles fósiles
Con un retraso de un año como consecuencia de la expansión de la COVID-19, la COP26 de noviembre -la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, celebrada en Glasgow- recibió al segundo mayor emisor de combustibles fósiles del mundo, Estados Unidos, de vuelta a la mesa de negociaciones tras cuatro años de inacción sobre el cambio climático. Al final de la cumbre, Estados Unidos y China hicieron una sorprendente declaración conjunta para trabajar juntos en el cumplimiento de los objetivos del Acuerdo de París.
Aunque el nivel de ambición de Glasgow fue objeto de numerosas críticas, sobre todo en lo que respecta a la protección de los países en desarrollo frente a los impactos climáticos y el apoyo a su transición hacia sistemas energéticos limpios, el objetivo de mantener el calentamiento en 1,5°C es probablemente más alcanzable ahora. En particular, los países acordaron “reducir progresivamente” su uso del carbón -lo que no se ajustaba al proyecto inicial de “eliminar progresivamente” el carbón- y más de 100 países acordaron reducir sus emisiones de metano en un 30 por ciento para 2030.
Lejos de Glasgow, el gobierno de Biden canceló el controvertido oleoducto Keystone XL y suspendió los contratos de perforación petrolífera en el Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico, aunque también está abriendo millones de kilómetros cuadrados a la exploración de petróleo y gas. La administración fijó el objetivo de generar 30 gigavatios de energía eólica marina para 2030 y anunció su intención de reducir los costes de la energía solar en un 60 por ciento durante la próxima década; ambas declaraciones forman parte de un plan para que Estados Unidos se alimente de una red limpia en 2035. Además, el Presidente Joe Biden ordenó en agosto que para 2030 la mitad de los vehículos nuevos que se vendan en Estados Unidos sean eléctricos.
A nivel mundial, se espera que el uso de energía renovable en 2021 aumente un 8 por ciento, el mayor crecimiento interanual desde la década de 1970, mientras que en Estados Unidos, un nuevo informe reveló que casi se ha cuadruplicado en la última década.
En los Países Bajos, un tribunal ordenó a la empresa de hidrocarburos Royal Dutch Shell que redujera sus emisiones de carbono en un 45 por ciento respecto a los niveles de 2019 para 2030, un resultado que un abogado describió como un “punto de inflexión en la historia”.
Progresos en materia de plásticos
En los últimos 12 meses se han promulgado numerosas leyes para reducir la creciente contaminación por plásticos. En el estado de Washington, el gobernador Jay Inslee firmó una ley que prohíbe los productos de poliestireno, como las cajas térmicas de espuma de poliestireno y las espumas de embalaje; exige que los clientes soliciten utensilios, pajitas, tapas de vasos y condimentos de un solo uso; y ordena un contenido mínimo de reciclado post consumo en una serie de botellas y jarras de plástico, incluidas las de productos de cuidado personal y limpieza del hogar.
California aprobó proyectos de ley históricos que, entre otras cosas, prohíben a los fabricantes colocar el conocido símbolo de reciclaje del círculo de flechas o la palabra “reciclable” en artículos que no son realmente reciclables; prohíben que las exportaciones de residuos plásticos mezclados a otros países se contabilicen como “reciclados”, sólo para que los gobiernos locales puedan afirmar que cumplen las leyes estatales; exigen que los productos etiquetados como compostables se descompongan en condiciones reales; y prohíben el uso de AGP extremadamente duraderos, conocidos como productos químicos para siempre, en los productos infantiles.
En Estados Unidos, estas medidas podrían reflejarse a nivel federal a raíz de la presentación de la ley Break Free from Plastic Pollution Act; entre otras cosas, la propuesta de dos legisladores estadounidenses prohibiría algunos productos de plástico de un solo uso y pondría en pausa los permisos de nuevas plantas de fabricación de plásticos.
En noviembre, el secretario de Estado estadounidense, Anthony Blinken, anunció que Estados Unidos respaldaría un tratado mundial para hacer frente a la contaminación por plástico; la administración Trump se opuso. El apoyo de Estados Unidos es fundamental, dado que el país es el mayor generador de residuos plásticos del mundo, como reveló un informe encargado por el Congreso publicado en diciembre. Ahora parece seguro que el tratado seguirá adelante, y está previsto que las Naciones Unidas se reúnan en Nairobi en febrero para iniciar las negociaciones formales.
En diciembre, las Academias Nacionales de Ciencias instaron a Estados Unidos, que genera más residuos de plástico que todos los estados de la Unión Europea juntos, a desarrollar una estrategia para reducirlos, incluyendo un tope nacional a la producción de plástico virgen.
Protección de los bosques
De lejos, la mayor noticia en materia de conservación de los bosques fue la promesa realizada en la Conferencia de la ONU sobre el Clima de acabar con la deforestación para 2030; el compromiso incluye la promesa de aportar 12 000 millones de dólares (unos 10.648 millones de euros) de financiación para “ayudar a liberar el potencial de los bosques y el uso sostenible de la tierra.” Sin embargo, la promesa fue recibida con un escepticismo generalizado, entre otros motivos porque las tasas de deforestación en realidad aumentaron tras un acuerdo de 2014 con el mismo objetivo.
Sin embargo, en 2021 se produjeron varias victorias sobre el terreno. En octubre, el presidente de la República Democrática del Congo, Felix Tshisekedi, pidió una auditoría de sus vastas concesiones forestales y la suspensión de todos los “contratos cuestionables” hasta que se realizara la auditoría. Unas semanas más tarde, el gobierno se retractó de un plan para levantar una moratoria de 19 años sobre la concesión de nuevas licencias de tala en la selva de la cuenca del Congo. “No queremos más contratos con socios que han venido a talar salvajemente nuestros bosques; retiraremos este tipo de contratos”, dijo la ministra de Medio Ambiente, Eve Bazaiba. Los grupos ecologistas siguen desconfiando, y Greenpeace pide que la moratoria de la RDC sea permanente.
El gobierno de la provincia indonesia de Papúa Occidental revocó los permisos de 12 contratos de aceite de palma que abarcaban más de 2 600 kilómetros cuadrados (una superficie dos veces mayor que la de Los Ángeles), tres quintas partes de los cuales siguen siendo bosques. Los grupos de defensa del medio ambiente y de los derechos de los indígenas instan al gobierno a ir más allá y reconocer los derechos de los pueblos nativos de esas zonas a gestionar ellos mismos los bosques. Tres de los 12 titulares de contratos siguen luchando contra la decisión del gobierno en los tribunales.
Y el más alto tribunal de Ecuador ha dictaminado que los planes de extracción de cobre y oro en un bosque nublado protegido dañarían su biodiversidad y violarían los derechos de la naturaleza, consagrados en la Constitución ecuatoriana. El fallo significa que las concesiones mineras y los permisos ambientales y de agua en el bosque deben ser cancelados.
Restauración de hábitats
El gobierno de Biden dedicó parte de su primer año a restablecer las protecciones de los hábitats que su predecesor había retirado. Quizá lo más destacadao en este sentido fue el restablecimiento de la plena protección de los monumentos Bears Ears y Grand Staircase-Escalante, en el sur de Utah, así como del Monumento Nacional de los Cañones y Montes Marinos del Noreste, frente a Nueva Inglaterra.
La administración restableció la protección de más de 12 000 kilómetros cuadrados de bosque antiguo en el noroeste del Pacífico, que es un hábitat crítico para el búho moteado del norte. También revirtió un esfuerzo para debilitar el Tratado de Aves Migratorias que la Casa Blanca de Trump puso en marcha en sus últimos días en el cargo. Mientras tanto, un tribunal anuló una decisión de la administración de Trump de retirar la protección de unos 40 468 kilómetros cuadrados, sobre todo en Nevada e Idaho, para permitir la minería en el hábitat crítico del oso de los pantanos.
En mayo, el gobierno de Biden dio a conocer su iniciativa “America the Beautiful”, que, entre otras cosas, estableció el primer objetivo nacional de conservación de la historia: conservar el 30 por ciento de las tierras y aguas de Estados Unidos para 2030. Refleja el objetivo de Naciones Unidas de proteger el mismo porcentaje de tierras y océanos, objetivo al que se comprometieron más de 100 naciones en septiembre.
En noviembre, Colombia se comprometió a proteger el 30 por ciento de su territorio para 2022. Y Panamá dio grandes pasos hacia el mismo objetivo al triplicar el tamaño de su Área Marina Protegida Cordillera de Coiba. También en noviembre, Portugal estableció la mayor reserva marina totalmente protegida de Europa.
Apoyo a la vida salvaje
Las poblaciones de algunas de las especies más emblemáticas del mundo están mostrando cierta mejora gracias a las medidas de protección. En julio, China anunció que dejaba de considerar al panda gigante, símbolo del Fondo Mundial para la Naturaleza, como especie en peligro de extinción, pasando a ser vulnerable. Quedan poco más de 1 800 pandas en libertad, lo que supone una mejora respecto a los 1 100 que se creía que vivían en libertad en el año 2000. Mientras tanto, China anunció la creación del Parque Nacional del Panda Gigante, que forma parte de un sistema de nuevos parques que cubrirá una superficie casi del tamaño del Reino Unido. Los parques están diseñados para proteger especies autóctonas como el tigre del noreste de China, el leopardo siberiano y el gibón de cresta negra de Hainan.
Las ballenas jorobadas, cuyos inquietantes cantos ayudaron a conseguir apoyo para la campaña “Salvemos a las ballenas” que inauguró el movimiento ecologista moderno, están aumentando en número en muchas partes de su área de distribución, incluso frente a Australia (donde el gobierno está considerando retirarlas de la lista de especies amenazadas del país) y en sus zonas de alimentación del Atlántico Sur. Sin embargo, el número de crías de la población del Atlántico Noroeste ha disminuido en los últimos 15 años.
Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, varias especies de atún ya no están en vías de extinción. Dos especies de atún rojo, un rabil y un atún blanco ya no están clasificadas como en peligro crítico o han salido por completo de la principal lista internacional de especies en peligro, resultado de décadas de esfuerzos para limitar los impactos de la pesca comercial.
Tres mil años después de que la especie fuera eliminada en todas partes excepto en su isla epónima, siete diablos de Tasmania nacieron en una reserva de Australia continental. Los científicos esperan que, si algún día los marsupiales vuelven a establecerse en el continente, podrían desempeñar un papel vital en el control de las especies invasoras.
Y en el Reino Unido, un informe gubernamental ha concluido que las langostas, los cangrejos y los pulpos son seres sensibles que sienten dolor y, por lo tanto, deben recibir protección en virtud del proyecto de ley sobre el bienestar de los animales del país.