Así es el pez robot creado para controlar a otras especies invasoras

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El pez mosquito (Gambusia affinis) es originario del Golfo de México. Con un tamaño máximo de siete centímetros y una cola abierta en forma de abanico, se trata de una especie que difícilmente resalta del resto de su familia; sin embargo, posee una característica que lo ha llevado a ser introducido por la mano humana a todo el mundo.

Especializado en rondar justo debajo de la superficie en busca de alimento, el pez mosquito (también conocido como gambusina) es un depredador natural de larvas y pupas de mosquito que cuelgan bocabajo en la superficie de aguas estancadas.

Esta habilidad, aunada a la necesidad de controlar al mosquito como vector de distintas enfermedades, provocó su introducción a Europa y el resto del mundo a inicios del siglo XX. Y aunque al principio la población de mosquitos se redujo drásticamente, su habilidad para adaptarse a distintas temperaturas y competir con peces y anfibios nativos los llevó a convertirse en una de las 100 especies exóticas invasoras más nocivas del mundo, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

Un siglo después, un grupo de científicos de la Universidad de Australia Occidental desarrolló una solución novedosa para reducir el efecto de las gambusinas en los ecosistemas donde fue introducido:

Se trata de un pez robot que nada, se comporta y posee una apariencia idéntica a la lubina negra (Micropterus salmoides), una especie que multiplica el tamaño de la gambusina y se considera uno de sus principales depredadores en su hábitat natural.

Durante las pruebas en laboratorio, el equipo dispuso de doce tanques con seis peces mosquito en cada uno, además de un renacuajo de Litoria moorei, una especie nativa de Australia que es habitualmente presa del pez mosquito. Cada vez que una gambusina se acercaba a morder al renacuajo, el pez robot la atacaba para provocar su huida.

Después de analizar el comportamiento de los peces mosquito en los tanques donde se introdujo el pez robot y compararlo con las peceras donde no se introdujo, los investigadores concluyeron que la presencia del robot provocó cambios físicos, en el comportamiento y la reproducción del pez mosquito que se prolongaron durante semanas después del experimento.

En presencia del robot, los peces mosquitos decidieron nadar juntos en lugar de explorar el tanque y por lo tanto, sus ataques hacia el renacuajo se redujeron drásticamente. Además, todos los individuos que compartieron tanque con el robot mostraron una pérdida ligera de peso (probablemente debido al estrés y temor que causaba el pez robot).

Más aún: la habilidad reproductiva de los peces mosquito se redujo significativamente. Tras analizar la calidad y cantidad de espermatozoides de los machos de tanques con y sin robot, el equipo descubrió que las células sexuales de los individuos expuestos al pez robot disminuyeron en aproximadamente 50 % comparado con el resto de peces mosquito.

Y aunque el resultado del estudio no pretende probar robots similares en la naturaleza, se trata de una muestra de que es posible desarrollar alternativas distintas a las usadas hasta el momento para minimizar el impacto de las especies invasoras.

“Nuestro plan no es liberar a cientos de miles de estos robots en la naturaleza y pretender que resuelvan el problema, pero puede haber más de una forma de asustar a un pez mosquito. darle a los peces un olor similar al de su depredador, por ejemplo, podría inducir cambios similares”, explica Giovanni Polverino, ecologista conductual y autor principal del estudio.

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