Estar estresado por hacerlo bien en una prueba podría no limitarse a los humanos, según un nuevo estudio dirigido por investigadores de la Universidad de Georgia State.
Los investigadores dicen que el estudio, en el que participaron monos capuchinos copetudos que vivían en grupos en el Centro de Investigación del Idioma de Georgia State, es el primero en explorar específicamente si otras especies experimentan presión para desempeñarse.
A los monos se les asignó una tarea de emparejamiento computarizada. Algunas pruebas fueron indicadas para ser más difíciles, con una mayor recompensa posible y una consecuencia de tiempo de espera por respuestas incorrectas, mientras que otras pruebas tenían la dificultad típica de sus tareas informáticas habituales.
El equipo descubrió que había una variación significativa en la forma en que los monos individuales respondían a estas pruebas cuando se eliminaba la diferencia de dificultad, lo que sugiere que, para algunos monos, las señales de alto riesgo fueron suficientes para afectar el rendimiento.
«Hay varias explicaciones diferentes de por qué los humanos pueden ‘ahogarse’ o ‘prosperar’ bajo presión, pero todas estas explicaciones han considerado tradicionalmente que esta sensibilidad a la presión es un rasgo específico de los humanos», dijo en un comunicado el autor principal del estudio, la candidata a doctorado Meg Sosnowski.
«Nuestros nuevos resultados proporcionan la primera evidencia de que otras especies también podrían ser susceptibles a esta influencia de la presión, y que nuestras respuestas a esa presión son, en parte, el resultado de la variación individual en una respuesta de estrés evolutivamente común».
Los investigadores también encontraron que los niveles más altos de un biomarcador de estrés natural, el cortisol, estaban relacionados con el rendimiento de los monos. Los niveles más altos de cortisol se asociaron con una menor capacidad para completar con éxito las pruebas de alta presión, lo que proporciona evidencia de que el estado de estrés a largo plazo de un individuo podría estar relacionado con el rendimiento cognitivo.
«Esto abre la puerta no solo para explorar cómo las respuestas a la presión podrían haber afectado la evolución de la cognición, sino que también proporciona pistas que nos señalan posibles vías que podrían mitigar los déficits de rendimiento, tanto en humanos como en otras especies», dijo Sosnowski.