La Universidad de Harvard posee en la Argentina 87.884 hectáreas, ubicadas en el corazón de una de las reservas de agua dulce más grandes del planeta: los Esteros del Iberá, en Corrientes. A través de dos sociedades anónimas con oficinas en Buenos Aires, se dedican a la plantación industrial de pinos y eucaliptus.
Con los beneficios que obtienen de la producción y venta de madera se destinan a financiar parte de la actividad educativa de excelencia que promueve la casa de estudios norteamericana.
Ahora, la actividad está bajo observación de un comité de estudiantes, profesores y trabajadores de la universidad, que pide que se detenga el proyecto de forestación en la zona, patrimonio natural de la provincia de Corrientes. Esta mañana, protestaron en el predio académico y presentaron una carta a la presidente de la entidad, Catharine Drew Gilpin Faust, en la que se expresa la posición de agricultores correntinos.
La protesta surge tras la publicación de un informe de la Coalición para las Inversiones Responsables de Harvard, que detectó impactos socioambientales en la zona que rodea las plantaciones de pino que la universidad mantiene en la zona del Iberá. De las más de 86.000 hectáreas que Harvard posee, 30.000 están ocupadas con monocultivo de pinos. La comisión busca investigar y controlar la forma y la ética con que la institución educativa invierte su dinero.
Los daños incluyen uso de agrotóxicos, deterioro al acuífero guaraní, irreparable a largo plazo y desplazamiento de productores locales y familias rurales.
Los terrenos están en campos como Santa Julia, Santa Celina o Tranquerita, propiedad de Las Misiones y Empresas Verdes Argentinas (EVASA) – empresa creada por Douglas Tompkins – y compradas a su vez por la Harvard Managment Company.