La campera de lluvia de Conrado Varotto mostraba las primeras gotas que habían caído en Punta Indio, el último jueves, cuando se paró frente al micrófono para presentar el lanzamiento del cohete experimental del proyecto Tronador II. Desde el lobby de lo que alguna vez fue el club Corcemar de Pipinas, el director Ejecutivo y Técnico de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) explicó que el despegue significaría el puntapié inicial para que la Argentina se convierta en el primer país de América Latina en poner en órbita sus propios satélites. Sin embargo, explicó, el clima decidió por ellos la postergación del ejercicio hasta que las condiciones atmosféricas así lo permitieran. Esa demora no hizo mella en el ánimo del físico nacido en Italia hace 72 años pero ‘enamorado de la Argentina’. Tarde o temprano, este mes, su sueño se hará realidad.
Unos 55 millones de pesos invirtió el gobierno nacional en la construcción de los prototipos Vex1a y Vex1b que para el ojo poco avezado son dos bellos cohetes de 14,5 metros de alto por 1,5 de ancho. Casi tres toneladas pesan cada uno de los ‘bichos’ que Varotto comparó con edificios de cinco pisos. Edificios que según los cálculos pueden ser impulsados a 828 kilómetros por hora y alcanzar los 3000 metros de altura antes de comenzar su caída. Entonces deberían desplegarse unos paracaídas para amortiguar su descenso. Todo eso, según las matemáticas, debería ocurrir en poco más de 30 segundos.
‘Lo más probable es que haga pumba’, bajó las expectativas Varotto respecto del primer ensayo. ‘Las probabilidades de éxito son por debajo del 10%’, continuó, ‘y puede convertirse en un gran rompeportones’. Por eso el Proyecto Tronador II incluye el despegue de tres a seis prototipos que servirán para perfeccionar el lanzador de satélites que le dará al país completa independencia satelital y lo pondrá en la vanguardia mundial en el desarrollo de esos instrumentos.
Solo once países tienen una tecnología semejante, aseguran desde la CONAE. El proyecto Vanguard con el que Estados Unidos logró poner en órbita su primer satélite artificial en 1958 fue exitoso recién en su tercer intento y culminó un año después con solo tres resultados positivos sobre once ensayos.
El desarrollo de las instalaciones de prueba en Punta Indio tiene que ver con esta probabilidad de error. La plataforma de despegue fue emplazada en el hangar número 7 de la Base Aeronaval de la zona a pocos metros del río. Aun si el ejercicio inicial que pretende probar en vuelo el sistema de navegación, guiado y control no funcionara, la trayectoria del cohete lo haría caer en el agua.
El combustible líquido que se usará en este proyecto exclusivamente civil permitirá además que todo el lanzamiento pueda ser manejado a 11 kilómetros de distancia sin poner en riesgo a ninguna persona. Los ingenieros coordinarán la operación desde el ex Club Corcemar de Pipinas empleando un software también desarrollado íntegramente en el país.
Una vez que la fase de pruebas esté completa, el proyecto Tronador II se mudará a Puerto Belgrano, cerca de Bahía Blanca. Ahí, en un lugar aislado, se instalará la estructura definitiva que permitirá a la Argentina poner en órbita sus satélites de hasta 250 kilos. Según el plan trazado por los ingenieros de la CONAE, está previsto que eso suceda para septiembre de 2015.
La realización del proyecto está a cargo de la CONAE, la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y VENG (una sociedad mixta integrada por la propia CONAE, el INVAP y capitales privados minoritarios) e implicará una erogación de aproximadamente 2000 millones de pesos del erario nacional en los próximos tres años. Sus alcances, no obstante, pueden ser mucho más valiosos.
El país podrá poner en órbita satélites que brindarán información aplicable en agricultura, pesca, hidrología, gestión de emergencias, planificación territorial y salud, según sea necesario. Eso será posible, según explicó Varotto, por el Sisitema SARE de satélites elaborado por los técnicos argentinos.
Ese sistema, señaló el titular de la CONAE, está compuesto por una red de satélites livianos elaborados en arquitecturas ‘segmentadas’, una tecnología innovadora que permite intercomunicar los distintos instrumentos en órbita para que funcionen como uno solo. De tal forma, señalaron los ingenieros del proyecto, se podría adaptar el trabajo de los satélites de acuerdo a las necesidades eventuales sin tener que lanzar un instrumento específico (que costaría más dinero y demandaría más tiempo) para responder a cada problema.
“Por suerte nos encontramos con los locos del Ministerio que están tan locos como nosotros y no apoyan para que esto pueda realizarse”, aseguró Varotto ante las autoridades de la cartera de Planificación, de quien depende la CONAE desde el año pasado. El cambio de órbita -antes dependía del Ministerio de Relaciones Exteriores- también significó un impulso económico ya que presupuesto del organismo pasó de 512 millones de pesos en 2012 a 922 millones en 2013. La inversión a futuro, la más importante para el titular de la CONAE, está garantizada en el plantel de 500 personas con un promedio de 30 años que hoy trabajan para que el espacio nos quede mucho más cerca. «
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