Un estudio demuestra que es la primera abeja exótica documentada de Europa y es originaria de China y Japón aprovecha las carreteras para expandirse
La abeja gigante de la resina (Megachile sculpturalis) es la primera abeja exótica documentada de Europa, con una mención científica de su presencia en Marsella (Francia) en 2009. En 2018 fue detectada por primera vez en la península Ibérica, según un estudio publicado en el Boletín de la Institución Catalana de Historia Natural en el que se mencionaban localizaciones de esta especie en Sant Celoni, La Garriga y Olot.
Esta abeja originaria de Japón y la China tiene un tamaño de hasta 2,5 centímetros de largo, similar al de la avispa asiática Vespa velutina [recuérdese que no es lo mismo una abeja que una avispa], pero es un insecto solitario (no forma colonias), no es agresiva (en condiciones normales, ni siquiera con los humanos) y no supone ningún riesgo conocido para otras especies.
“Evidentemente, puede picar si se siente amenazada, pero las abejas solitarias [como la M.sculpuralis] son muy cautelosas a la hora de atacar, ya que de una sola abeja depende la reproducción y la protección del nido, y la muerte de la madre sería catastrófica para la descendencia”, ha explicado Carlos Hernández-Castellano, investigador del CREAF y autor del estudio publicado en el BICHN.
Situación actual de la especie
Un nuevo estudio científico con participación del Creaf y de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) alerta de que desde que se detectó en 2009, la abeja gigante de la resina ha colonizado gran parte de los países de Europa central a «un ritmo vertiginoso y sus registros se han multiplicado por diez en los últimos años».
El estudio pone de manifiesto, además, que el «proceso de invasión en Europa» solo acaba de empezar, ya que M. sculpturalis de momento ha sido detectada en una parte (el 25%) del territorio potencial que es capaz de invadir si se tienen en cuenta sus requerimientos ecológicos.
«Por ejemplo, dentro de la península Ibérica, su presencia se concentra en la costa este, aunque se espera que llegue próximamente a las regiones de la cornisa cantábrica», indica este estudio liderado por expertos de la Universidad de Recursos Naturales y Ciencias de la Vida de Viena (BOKU, Austria).
Los resultados de este trabajo, publicados en la revista Science of the Total Environment indican que, en Europa, «esta especie se expande por carretera, se refugia en las ciudades y que el cambio climático no afecta a su expansión, solo su distribución por Europa», destaca el Creaf en una nota informativa.
La abeja gigante de la resina es originaria de Asia oriental y, como ocurre en la mayoría de especies de abeja -en Europa se conoce la existencia de cerca de 2.000 especies-, es solitaria: cada hembra se reproduce y funda su propio nido.
Las hembras M. sculpturalis hacen los nidos en agujeros que encuentran o realizan en los troncos de árboles, tanto vivos como muertos.
El nuevo estudio muestra que los factores más importantes que explican la expansión de la abeja gigante de la resina tienen que ver con los humanos. Aparte del clima, que debe ser parecido a la región de origen, esta abeja invasora utiliza los puertos, las vías de comunicación y las ciudades densamente pobladas para expandirse y reproducirse.
La abeja gigante de la resina llegó a Europa, muy probablemente, mediante el transporte marítimo de madera (con algunos nidos en el interior) y una vez aquí las carreteras han servido para dispersar a la especie. Las citas de presencias de M. sculpturalis se concentran en las áreas urbanas, donde es capaz de utilizar construcciones humanas para nidificar (por ejemplo, agujeros de ladrillos) y extraer el polen, de forma prácticamente exclusiva, de algunos árboles exóticos ornamentales.
Los expertos indican que, por lo que se sabe hasta ahora, el cambio climático no favorecerá el área potencial de invasión de la especie en Europa, pero sí puede modificar su distribución: se espera una presencia menor en las regiones mediterráneas y una mayor presencia en el centro y norte de Europa (por ejemplo, en las islas británicas).
El nuevo estudio pone de manifiesto que la globalización es determinante en el proceso de las invasiones biológicas, que son una de las principales causas de pérdida de biodiversidad en el mundo, recuerda el Creaf. Aunque los daños ecológicos y humanos que puede originar la abeja gigante de la resina son limitados, es necesario realizar un monitoreo de la especie para generar más conocimiento científico y evaluar correctamente su estatus de especie exótica invasora. En este sentido, las bases de datos de ciencia ciudadana han sido cruciales para desarrollar este estudio.