Registraron el avance de una planta invasora en el norte de Argentina

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Registraron el avance de una planta invasora en el norte de Argentina. ¿De cuál se trata? La Leucaena leucocephala (de la familia de las fabáceas) ha sido considerada como una de las 100 especies más invasoras a escala global.

A pesar de su amenaza potencial, su introducción se promueve cada vez más para la agrosilvicultura, la ornamentación, el sombreado y la artesanía en las regiones forestales cálidas y templadas de la Argentina.

La amenaza a la biodiversidad de las poblaciones de Leucaena se ha informado en todo el mundo, donde el control no fue efectivo. Recientemente presentaron un registro actualizado de las poblaciones naturalizadas en Argentina, y brindaron información sobre los procesos históricos y actuales de naturalización e invasión de esta planta.

“Su propagación incentivada con fines forrajeros puede llegar a escalas aún más importantes, ya que el norte de Argentina y otras áreas cálidas del cono sur son regiones con larga historia de cultura ganadera”, advirtieron Favio G. Vossler y Gustavo Delucchi en la revista de la Sociedad Argentina de Botánica.

También señalaron que posiblemente en décadas futuras este taxón estará presente en la mayoría de los ambientes ribereños, así como en otros principalmente antrópicos (como baldíos y zanjas en los alrededores de las ciudades) y será un elemento común de la flora del norte de Argentina, similar a lo que sucedió en las Filipinas, las islas Galápagos y la isla de Pascua.

Muchas áreas naturales protegidas de la Argentina son atravesadas por ríos y otros cuerpos de agua, los que favorecen la dispersión de esta especie como el recientemente fundado Parque Nacional El Impenetrable (Chaco). Pero los investigadores también resaltaron la falta de conocimiento y concientización del efecto sobre la flora nativa de una especie arbórea con elevado carácter invasor, y que es necesario tomar medidas urgentes si se desea conservar la flora nativa.

“Por lo tanto, se puede decir que debería ser necesario evitar más introducciones y comenzar los esfuerzos para manejar estas poblaciones”, insistieron en el estudio. Para evitar más cultivos, propusieron eliminar individuos cultivados y naturalizados, para lo que es necesaria la concientización de toda la comunidad, incluyendo tanto la sociedad rural como urbana, universidades, viveristas, guardaparques, agrónomos, científicos, gobiernos, entre otros.

Registraron el avance de una planta invasora en el norte de Argentina: introducciones

En base a la información recopilada a partir del material depositado en herbarios y a las observaciones de campo, en el estudio sugirieron que la primera introducción en ambientes naturales de la Argentina fue a partir de individuos ornamentales (arbolado urbano) y la segunda debido a su uso agrosilvopastoril (alimentación del ganado y abono verde).

En el primer caso, su cultivo como árbol ornamental y de sombra en jardines, veredas, plazas urbanas, bordes de caminos, entre otros, es reportado para la subespecie glabrata debido a su hábito arbóreo y, por lo tanto, más apropiado en forestaciones urbanas que la subespecie leucocephala, además de poseer un mayor número de flores, frutos y follaje.

El carácter invasor se constata al observar poblaciones densas con marcado crecimiento en baldíos, barrancas con cursos de agua, bordes de caminos y basurales, debido principalmente al descarte de las podas y residuos de frutos y semillas ya que se producen en abundancia prácticamente todo el año. La alta viabilidad de los bancos de semillas es otro factor que incide en el exitoso establecimiento de sus poblaciones.

En la región chaqueña, la presencia de individuos reproductivos establecidos a más de 100 m de sus progenitores, cultivados hace poco más de 15 años, sugiere el carácter de especie invasora. Este hecho también lo atestigua Marín Ojeda (2016) para Paraguay, donde se detectó el avance de individuos invasores unos 500 m en 25 años.

Cabe destacar que los frutos y/o semillas de las especies leñosas climáxicas de los bosques secos estacionales neotropicales y el bosque chaqueño también son dispersados por el viento.

Esto podría tener implicancias en favorecer la invasión de L. leucocephala en estos ambientes nativos, por la semejanza de sus mecanismos de dispersión.

En el segundo caso, a partir de su cultivo como forraje y/o abono verde en sistemas agrosilvopastoriles, se puede generar el escape hacia ambientes nativos lindantes que, a través de corredores o de manera in situ, originan nuevas poblaciones invasoras.

En pocos casos la causa de introducción fue por otras razones, como la producción de semillas para artesanías (región del Chaco en Argentina), también documentado para Paraguay por Marín Ojeda (2016). En la Argentina, no se ha reportado aún la introducción de la especie para consumo de sus vainas inmaduras, como sucede en México.

Las observaciones de visitas de abejas en las flores, la dispersión de semillas por hormigas y la depredación de semillas verdes por aves también se observó en Paraguay. Además, granos de polen de esta especie fueron hallados en las reservas alimentarias de abejas nativas de la tribu Meliponini en el Chaco.

Estas interacciones bióticas dan cuenta de que la especie ya forma parte de la red trófica de los ecosistemas argentinos, lo que debería ser tenido en cuenta al momento de realizar medidas para su control.

Registraron el avance de una planta invasora en el norte de Argentina: forrajera

Como planta forrajera fue introducida en Argentina a finales de la década de 1960 a partir de semillas traídas de Australia y cultivadas en Paraguay y norte de Argentina para la alimentación del ganado, donde alcanzó gran difusión. Sin embargo, su éxito como excelente forrajera decayó cuando el ganado comenzó a presentar síntomas de pérdida de peso, caída del pelaje, entre otros, siendo su uso casi abandonado por los ganaderos.

El cultivo no fue muy próspero durante los primeros 50 años desde su introducción. Sin embargo, desde el 2001 se promocionó en el Chaco paraguayo (y desde el 2010 en Argentina) la inoculación con la bacteria ruminal Synergistes jonesii que degrada la mimosina, el alcaloide que genera tales efectos indeseables en el ganado.

Este nuevo paquete tecnológico, traído también de Australia, inició un nuevo auge del uso de L. leucocephala como forrajera.

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