El aumento de la temperatura superará los límites humanos y amplias regiones serán inhabitables

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Si el cuerpo humano tuviera un libro de instrucciones, en la primera página figuraría una advertencia en letras mayúsculas: mantener la piel por debajo de 35 ºC. Si estas condiciones no se cumplen, y el aumento de temperatura es alto, los sistemas de refrigeración innatos empiezan a no dar abasto. Algunos trabajos científicos habían determinado que estos límites fisiológicos humanos no se superarían de forma generalizada hasta experimentar un aumento de la temperatura media global de 6 ºC, un escenario que no prevén ni los modelos climáticos más pesimistas. Pero el equipo de Daniel J. Vecellio y W. Larry Kenney ha recalculado estos límites y ha movido la línea roja: en muchas zonas del planeta —aseguran— la vida humana estará amenazada con un aumento superior a los 2ºC debido a variables como la duración y frecuencia de las olas de calor.

En un trabajo publicado este lunes en la revista PNAS, los investigadores han calculado con más precisión los umbrales de temperatura límite para el metabolismo humano a partir de pruebas fisiológicas directas y han valorado qué regiones del mundo pueden excederlos en diversos escenarios de calentamiento. Los resultados indican que, si las temperaturas globales aumentan 2 ºC por encima de los niveles preindustriales, los 2.200 millones de residentes de Pakistán y el valle del río Indo en la India, los mil millones de personas que viven en el este de China y los 800 millones de residentes del África subsahariana experimentarán anualmente una cantidad de horas de calor que superan la tolerancia humana.

“Nuestro estudio muestra que con los continuos aumentos de la temperatura promedio global aumentarán la extensión global y la duración acumulada de la exposición al calor extremo asociado con el estrés por calor que no puede compensarse fisiológicamente y que las poblaciones en el sur y el este de Asia, así como en Oriente Medio, África oriental y subsahariana serán las más afectadas”, explica Vecellio a elDiario.es. Incluso si el aumento de la temperatura media se mantiene en 1,5 ºC, como preveía el Acuerdo de París, algunas zonas se verán temporalmente en problemas.

En escenarios aún peores, como si el calentamiento del planeta alcanza los 3 ºC por encima de los niveles preindustriales, la franja de zonas potencialmente inhabitables se extiende. Los niveles de calor y humedad que superan la tolerancia humana comenzarían a afectar la costa este y el centro de los Estados Unidos, América del Sur y Australia. A partir de ese punto, los escenarios en algunas zonas del planeta ya serían casi apocalípticos. Como ejemplo, los investigadores señalaron Al Hudayda, una ciudad portuaria de más de 700.000 habitantes en el Mar Rojo. Los resultados del estudio indican que, si el planeta se calienta 4 ºC, esta ciudad de Yemen puede esperar más de 300 días cada año en que las temperaturas superen los límites de la tolerancia humana, haciéndola prácticamente inhabitable.

El peligro del calor húmedo

Para el trabajo, Kenney, Vecellio y sus colaboradores han realizado 462 experimentos independientes para documentar los niveles combinados de calor, humedad y esfuerzo físico que los humanos pueden tolerar antes de que sus cuerpos ya no puedan mantener una temperatura central estable. “A medida que las personas se calientan, sudan y se bombea más sangre a la piel para que puedan mantener su temperatura central perdiendo calor al medio ambiente”, asegura Kenney. “A ciertos niveles de calor y humedad, estos ajustes ya no son suficientes y la temperatura central del cuerpo comienza a aumentar”. Esta no es una amenaza inmediata, pero requiere algún tipo de alivio, asegura. “Si las personas no encuentran una manera de refrescarse en cuestión de horas, puede provocar agotamiento por calor, insolación y tensión en el sistema cardiovascular que puede provocar ataques cardíacos en personas vulnerables”.

“Por encima de 35ºC, hace falta sudar”, explica Juan Ignacio Pérez, catedrático de fisiología de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) que no ha participado en el estudio. “El problema son la humedad relativa, que si es próxima a 100% impide la refrigeración incluso sudando, y el calor que produce el organismo, muy condicionado por la actividad metabólica. En reposo tu cuerpo es una estufa de unos 80-100 W. Pero trabajando puedes llegar a producir calor hasta una tasa cuatro o cinco veces más alta. En ese caso, las cosas se complican. Y si la humedad es alta, se complican todavía más”.

Vecellio también recuerda que la duración de la exposición al calor es un factor importante. “Estar expuesto a este calor durante una o dos horas durante unos días cada año es algo a lo que uno se puede adaptar y no hace que un lugar sea inhabitable”, explica. “Experimentar este calor durante 6 a 7 horas al día durante varios días o semanas a lo largo del año es algo que tendrá que dar lugar a importantes medidas de adaptación”.

“El calentamiento global no solo aumenta la temperatura, sino que hace más frecuentes, intensas y duraderas las olas de calor, con valores que sobrepasan los límites de la termorregulación humana”, señala el catedrático de Geografía Física de la Universidad de Barcelona, Javier Martín Vide. “En el artículo se estudia en qué regiones del planeta, con la subida de la temperatura, se darán condiciones críticas de calor húmedo”, añade. “Así que el calor mata podría ser una advertencia para el futuro, pero eso ya ocurre. Está demostrado el aumento de la mortalidad y la morbilidad —los ingresos hospitalarios— durante las olas de calor en España”.

“No vemos que Europa o España crucen estos umbrales en nuestros análisis, pero creo que eso resalta la importancia de no utilizar estos umbrales como señales para abordar el cambio climático y el calor extremo”, reconoce Vacellio. “Ya sabemos que muchos miles de personas en Europa han muerto o han estado gravemente enfermas debido al calor extremo durante los últimos años y décadas (pensando en la ola de calor de 2003) con temperaturas muy por debajo de estos umbrales. El calor extremo ya es una gran amenaza para la salud y ya deberíamos estar haciendo cosas para mitigarlo y limitarlo”.

Pegados al aire acondicionado

El principal riesgo que experimentarían las regiones más afectadas proviene de las olas de calor con alta humedad, que resultan especialmente peligrosas porque el aire no puede absorber el exceso de humedad, lo que limita la evaporación del sudor y afecta a la eficiencia de los aparatos de refrigeración. Dado que estas regiones también se encuentran en países de ingresos bajos y medios, una buena parte de la población no tiene acceso al aire acondicionado ni a ninguna forma eficaz de mitigar los efectos negativos del calor en la salud. “Quienes viven en latitudes medias probablemente no estarán expuestos a este calor extremo de manera suficientemente constante como para desarrollar una protección fisiológica amplia o duradera”, explica Vecellio. “Para la mayoría, la adaptación será tecnológica (aire acondicionado) o conductual (cambio de horas de trabajo, renuncia a actividades al aire libre, en casos extremos, migración climática) cuando ocurran estos eventos verdaderamente extremos”.

Independientemente de cuánto se caliente el planeta, los investigadores advierten de que deberíamos poner nuestra atención en el calor y la humedad extremos, incluso cuando permanecen por debajo de los límites humanos identificados. En estudios preliminares de poblaciones de mayor edad, Kenney descubrió que los adultos mayores experimentan estrés por calor y las consecuencias asociadas para la salud a niveles más bajos de calor y humedad que los jóvenes. La mayoría de las 739 personas que murieron durante la ola de calor de 1995 en Chicago, por ejemplo, tenían más de 65 años y experimentaron una combinación de temperatura corporal alta y problemas cardiovasculares, lo que provocó ataques cardíacos y otras causas de muerte cardiovascular.

“Las personas de edad avanzada y con enfermedades crónicas son las más susceptibles de sufrir problemas de salud derivados del exceso de calor húmedo, dado que la termorregulación, cuyo centro rector se sitúa en el hipotálamo, es menos efectiva con la edad”, recalca Martín Vide. “En particular, las personas que componen ese grupo, si están en condiciones de pobreza energética, es decir, si no disponen de aire acondicionado, o, aun disponiendo de él, no pueden usarlo, por el elevado coste de la electricidad, constituyen un grupo altamente vulnerable al calor”.

“La gente debería cuidar de sí misma y de sus vecinos, especialmente los ancianos y los enfermos, cuando llegan las olas de calor”, señala Vecellio. “En todo el mundo, las estrategias oficiales para adaptarse al clima se centran únicamente en la temperatura”, concluye Qinqin Kong, coautor del trabajo. “Pero esta investigación muestra que el calor húmedo será una amenaza mucho mayor que el calor seco. Los gobiernos y los responsables de la formulación de políticas deben revaluar la eficacia de las estrategias de mitigación del calor para invertir en programas que aborden los mayores peligros a los que se enfrentará la gente”.

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