El proyecto podría materializarse recién en 2030, pero a partir de ese momento cada una de las estaciones espaciales estaría en condiciones de generar tanta energía como una planta nuclear de mediano porte, y enviarla a la Tierra.
El desastre de Fukushima estimuló al máximo el desarrollo de innovación tecnológica en Japón, que permita sustituir lo antes posibles a la forma de energía generatriz atómica.
El Departamento de Energía de Estados Unidos, y la NASA, reconocieron la viabilidad teórica del plan, pero los costos que insumía su implementación detuvieron el avance. El proyecto fue clausurado durante la administración de Reagan, en 1980.