Cada diez días, el satélite francoestadounidense Jason-2 chequea todos los océanos del mundo, vigilando cambios en la altura de la superficie del mar, una forma de medir el calor en las capas superiores del agua. Debido a que nuestro planeta es agua en más del 70 por ciento de su superficie, esta información es fundamental para las previsiones globales de tiempo y el clima.
Últimamente, Jason-2 ha visto algo preparándose en el Pacífico y resulta muy parecido a lo que pasó en 1997, cuando dejó estragos en países como Perú. ‘Se ha formado un modelo de alturas y temperaturas en la superficie del mar que me recuerda a la forma en la que el Pacífico se veía en la primavera de 1997’, dice Bill Patzert, climatólogo del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA. ‘Aquello resultó ser el precursor de un gran El Niño’.
Lo que Jason-2 ha registró es una serie de ‘ondas de Kelvin’, ondas masivas en el nivel del mar que se desplazan a través del Pacífico, desde Australia hasta América del Sur. Los meteorólogos están prestando mucha atención debido a que estas ondas, que podrían ser un heraldo de El Niño.
Los dos fenómenos, ondas de Kelvin y El Niño, están vinculados por el viento. Vientos alisios del Pacífico soplan de este a oeste , empujando las aguas superficiales calentadas por el sol hacia Indonesia. Como resultado, el nivel del mar cerca de Indonesia es normalmente 45 centímetros más alto de lo que es cerca de Ecuador. Los investigadores llaman a esa zona la ‘piscina caliente ‘ – que es el mayor reservorio de agua cálida en nuestro planeta.