Cetáceos consumen fármacos a través de los residuos ambientales

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Los resultados preliminares de un estudio de la Universidad de Murcia muestran la presencia de antibióticos y antiinflamatorios más allá de las aguas, en el organismo de cetáceos que vararon en la costa mediterránea. El ibuprofeno es el principio activo más detectado, seguido de la azitromicina en los residuos ambientales del agua.

Marfarisk es un estudio pionero en estas especies que se desarrolla en la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Murcia (UMU), donde anteriormente habían analizado la presencia de otros contaminantes (metales, plaguicidas, petróleo y plásticos) en un centenar de mamíferos marinos, la mayoría delfines de varias especies.

Estas sustancias tóxicas ya están estandarizadas en los mapas de riesgo de la Unión Europea, mientras que empieza a preocupar la presencia en las aguas comunitarias de antibióticos, sobre todo macrólidos, y de antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) como ibuprofeno y diclofenaco, que son los más utilizados. Los antidepresivos también llevan su parte.

Los cetáceos son animales marinos a los que no se les administran antibióticos, como puede suceder con mamíferos terrestres, especialmente aves de corral, que están integrados en la cadena alimentaria. Estos cetáceos no son comestibles en nuestro entorno, circulan libremente por el mar y los fármacos llegan a su organismo principalmente a través de residuos ambientales.

¿Cómo llegan los fármacos a los cetáceos?

Hay diferentes vías, pero la principal es la de las aguas residuales, aunque también juegan un papel la ganadería y la acuicultura como fuentes de contaminación difusa.

“Actualmente existen nuevas tecnologías en las estaciones de depuración de aguas residuales, pero suponen un alto coste en el tratamiento del agua y la mayoría de los fármacos pueden ser persistentes debido a su continua difusión en el medio acuático”, comenta la investigadora principal, Emma Martínez, profesora de Toxicología en el Departamento de Ciencias Sociosanitarias de la UMU.

Y también habría que tener en cuenta que en la cuenca mediterránea hay países líderes mundiales en producción y exportación de productos farmacéuticos, así como grandes consumidores de medicamentos (entre ellos, España).

Los hallazgos confirmarían de alguna manera lo difícil que es “poner puertas al mar”. Aunque la UE no permite que se traten con antibióticos los cultivos marinos, otros países como China siguen haciéndolo.

Los océanos son los desagües del planeta

“Los océanos constituyen un compartimento global especialmente susceptible a la acumulación de contaminación química ya que actúan como el desagüe del planeta, de manera que la mayoría de los contaminantes liberados al medio ambiente o sus metabolitos, si tienen la persistencia necesaria, finalmente acabarán en las aguas marinas, convirtiéndose así en el reservorio de estos residuos ambientales”, arguye Emma Martínez.

Algunos autores habían detectado la presencia de estos fármacos en las aguas costeras marinas y en las aguas residuales y fluviales que desembocan en el Mar Mediterráneo, en concentraciones que oscilaban entre la no detección hasta los 3000 ng-L-1, pero ellos mismos señalan la falta de datos para el agua de mar y también para evaluar correctamente el riesgo asociado a los productos farmacéuticos.

Y hasta donde conocen los investigadores de la UMU, Marfarisk sería el primer estudio que se adentra en el organismo de los superpredadores para detectar medicamentos.

Según esta toxicóloga los cetáceos de todo el planeta están expuestos a diferentes concentraciones de distintas mezclas de contaminantes, que junto a otros estresores antropogénicos (p. ej., depleción de sus presas, contaminación acústica) o naturales (p. ej., epidemias, parásitos), pueden tener consecuencias fatales sobre la salud de sus individuos y poblaciones.

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